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Los italianos Leila y Johnny tras 29 días de Camino.

Tres días por el Camino de Santiago en coche (Villaviciosa - Santiago de Compostela)

La autopista a la eternidad pasa por el Camino Primitivo

Actualizado: 20/01/2020

Fotografía: Alfredo Cáliz

Deshecha las dudas. Este es el año para iniciarte en el Camino de Santiago. No tener días libres o no estar en forma solo son disculpas, porque viviendo en la península Ibérica, hay que acercarse a la ruta jacobea al menos una vez en la vida. Puedes recorrer un ratito a pie y muchos rodando en tu coche, que no es una herejía. Eso es lo que hemos hecho con el Camino Primitivo, la ruta primera y original que marcó Alfonso II el Casto hace más de mil años, siguiendo los pasos del apóstol.
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# Camino de Santiago en coche con Jean Christophe Rufin: día 2 (Grandas de Salime - Lugo)

Nos planteamos tres días, un fin de semana largo, como un aperitivo de lujo. Y escogimos un par de libros como guía. El Camino Inmortal, una "pavana interminable" de belleza para el escritor, médico y humanista francés, Jean-Christophe Rufin –peregrino de varias semanas a pie– fue nuestra primera guía. Sin miedo a pasar de la espiritualidad cristiana o budista a la euforia de sensaciones que te hace sentir que, de verdad, "nunca el mundo pareció más hermoso", un sentimiento muy deseable en este siglo XXI.

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Y es que estamos recorriendo "la autopista hasta el cielo" que describió la escritora neoyorquina Edith Wharton viajando sobre cuatro ruedas hasta culminar –a pie– la cumbre del Monte do Gozo, cuando el 'kitsch' del Camino ya ha logrado acomodarse entre tu espíritu. Este viaje, el anímico y el físico, es un privilegio al alcance de todos.

Si millones de gentes de todo el mundo lo recorren, más allá de culturas y religiones, ¿cómo no disfrutar de ella quienes la tenemos a unos kilómetros? Fueron jornadas de desconexión gracias al paisaje, los rincones de la antigua fe y las pistas de Rufin, uno de los fundadores de Médicos sin Fronteras. Su escritura descubre algunos hitos del camino que hubiéramos perdido siguiendo el manual del turis-peregrino, lo que somos la gran mayoría.

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Acabamos en la obligada plaza del Obradoiro y bajo el Pórtico de la Gloria volvimos a Wharton: "La otra noche vi la eternidad", sentenció la norteamericana bajo la obra del maestro Mateo. Y los dedos casi rozan esa eternidad, pese a estar rodeados de cientos de gentes y voces. Para entonces ya uno se ha familiarizado con esas emociones extrañas –conmovedoras, argumentan quienes no tienen miedo a las palabras– que varias veces en tres días han recorrido las puertas del estómago.

Es un viaje iniciático porque quien se acerca desde el Camino Primitivo de Alfonso el Casto a la plaza del Obradoiro queda enganchado de por vida. Regreses a pie, en bici, a caballo o en coche. Y si no uno no es un tonto, regresa con el alma desnuda.

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