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Los Borgia en la Comunidad Valenciana: etapa 1 (Gandía)

Gandía y la imborrable huella de los Borgia

01/07/2024 –

Actualizado: 24/08/2022

Fotografía: Eva Máñez

Los Borgia fueron la familia valenciana más universal y poderosa de Europa en los siglos XV y XVI. En pleno Año Jubilar de San Francisco de Borja -cuya saga ha pasado a los libros de historia con su apellido italianizado- viajamos a la Comunidad Valenciana en tres etapas llenas de arte, paisaje y edificios emblemáticos para descubrir un itinerario turístico-cultural que nos aproxima a sus orígenes. Las primeras paradas son Gandía, Alfahuir y Simat de la Valldigna.

Primera parada: Gandía

¿Sabías que Francisco de Borja nació en Gandía en 1510 y que en 1543 se convirtió en cuarto Duque de Gandía? Bisnieto del papa Alejandro VI por vía paterna y del rey Fernando el Católico por vía materna, fue el más importante de los duques de Gandía. Con motivo del 450º aniversario de su muerte, en pleno Año Jubilar de San Francisco de Borja y con Vicent Lloret como guía y cicerone, nos adentramos en la primera parada de nuestra ruta tras los pasos de la familia Borja (cuyos miembros más relevantes en los libros de historia italianizaron su apellido como Borgia) por la Comunidad Valenciana: Gandía, la ciudad ducal que no se puede entender sin su figura y que en aquella época era uno de los principales territorios productores de azúcar de Europa.

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“No es una familia que tuviera una nobleza muy arraigada, como los Moncada o los Centelles; consiguieron muchísimo en muy poco tiempo, por eso los consideraban unos advenedizos”, explica Lloret. La huella de los Borgia se percibe en las calles y edificios del regio centro histórico de Gandía: La Seu, el Antiguo Hospital o la Universidad que fundó San Francisco de Borja, y el Palacio Ducal, uno de los más importantes edificios de arquitectura civil valenciana. Si algo tiene que agradecer Gandía a esta familia es la gran cantidad de patrimonio arquitectónico que a día de hoy conservamos, así como la universalización del topónimo de la ciudad.

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Pero antes, pongamos un contexto histórico a nuestra ruta: aunque estas tierras las conquista Jaume I, será Jaume II quien decidirá que aquello es tierra de marjal y vendrá a la plana, que tenía una pequeña torre musulmana que convirtió en casa señorial. Así se creó en 1313 el señorío de Gandía a favor de Pedro Ribagorza, el hijo de Jaume II. Es en 1485 cuando el entonces cardenal Rodrigo de Borja (que luego será el papa Alejandro VI) compra el ducado de Gandía para su primogénito Pedro Luis, que en ese momento pertenecía a la Corona de Aragón. A finales de ese mismo año, Fernando el Católico le concede el título de Duque de Gandía a Pedro Luis y sus descendientes: nace así el Ducado de Gandía, la etapa más singular y esplendorosa de la historia de la ciudad y la comarca.

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Esta familia construyó a lo largo de todo el siglo XVI un gran dominio señorial que, junto con el condado olivense de los Centelles, alcanzaba la mayor parte del antiguo valle de Bairén, ya que el otro gran núcleo azucarero de la época era Oliva. De aquella etapa aún quedan vestigios, como la calle Trapiche en Gandía: los trapiches eran los ingenios donde se molía la caña y se convertía en azúcar. Ahí se iba a trapichear.

“Cuando llegan los Borgia a Gandía había mucha población musulmana viviendo aquí, que los desplaza al exterior de la villa cristiana y judía, porque los judíos también estaban intramuros. El padre de Francisco de Borja, el nieto de Alejandro VI, vivió la revuelta de los agermanados y es cuando los musulmanes se convierten en moriscos y en la mano de obra que sustentará todo el Ducado de Gandía”,  cuenta Lloret.

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“Fue Francisco quien amplió la villa cristiana de la ciudad a través del derrumbe de las murallas viejas y la construcción de unas nuevas que le daban más amplitud al Ducado de Gandía, que en aquella época tenía 2.000 habitantes. La muralla fue una de sus obras más importantes, para poder trabajar toda la caña de azúcar que desde la época de la compra de su bisabuelo es de lo que vive el ducado, hasta principios del siglo XVII, cuando llega el comercio de las Azores y de Canarias, así como la expulsión de los moriscos. Dentro de ese recinto mandó construir la universidad”.

Justo ahí comienza nuestra ruta histórica por Gandía con 7 paradas que nos cuentan la historia de esta familia:

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1. La Antigua Universidad de Gandía

Fue fundada por Francisco de Borja en 1549 y fue una de las primeras de Europa, junto con la de Alcalá de Henares, Valencia o Bolonia. Por las aulas de esta universidad jesuítica pasaron el filósofo Baltasar Gracián, el escritor y humanista Juan Andrés o el ilustrado botánico Antonio José Cavanilles. En esta plaza están las cinco esculturas de bronce que representan a los miembros más célebres de la familia, obra de Manuel Boix, las mismas que encontraremos en la Universidad de Valencia, pero en blanco.

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2. La Colegiata de Santa María de Gandía

Los duques reales de Gandía, Alfonso de Aragón -el Viejo- y su hijo Alfonso -el Joven-, derrocaron el templo original para construir uno nuevo, aunque solo tuvieron tiempo de terminar una primera fase, hasta la puerta de Santa María. De hecho, lo empiezan a construir los duques de Aragón y la llegada de la familia Borja a la ciudad impulsa la finalización del templo, ya que lo termina la abuela de Francisco de Borja, la nuera del papa Alejandro VI, María Enríquez de Luna, mujer del segundo duque de Gandía y, por tanto, duquesa regente de Gandía.

Colegiata Gandía

En los muros de la Colegiata observarás la línea que marca la división entre la iglesia original y la ampliación llevada a cabo gracias a María Enríquez. Además, consiguió que su suegro, el papa Alejandro VI, la elevara al rango de colegiata y atrajo a algunos de los artistas más importantes del momento: Pere Compte, Damià Forment o el maestro Paolo de San Leocadio.

Colegiata Gandía

3. El Palau Ducal de Gandía

Es emblemático porque en él nació Francisco de Borja en 1510, en la Cámara de la Duquesa, lo que fueran los aposentos de la madre de María Enríquez, Juana de Aragón y Gurrea. Aquí podemos ver el cojín de tela con el escudo de los Borgia y la casulla del santo traída de Roma.

Palacio Ducal Gandía

En el Palau Ducal de Gandía residieron durante 300 años hasta once duques Borgia. En este palacio vivían los señores perfectamente separados de los vasallos: era una ciudad dentro de la ciudad. Lo erigieron en el siglo XIV sobre la torre y las casas que habían pertenecido al rey desde la fundación de la villa. A partir de 1485, los Borgia fueron haciendo más cómodo aquel castillo urbano, transformándolo en un palacio fortificado, con ventanas y balcones abiertos a la calle, pero conservando sus almenas y torreones defensivos angulares, que fueron derribados definitivamente por los terremotos de finales del siglo XVI.

Palacio Ducal Gandía

Fue Francisco de Borja quien impulsó la construcción del llamado Salón de Coronas, decorado con el símbolo empleado por su bisabuelo Alejandro VI en su coronación papal, en señal de agradecimiento. En esta estancia destacan los azulejos de estilo mudéjar y las inmensas sargas de las paredes, que narran la vida de Francisco de Borja. La sala contigua es el despacho del duque antes de que los jesuitas lo convirtieran en una capilla neogótica consagrada a San Francisco de Borja, en la que sobrecoge la gran bóveda de crucería estrellada. En la habitación adyacente se puede contemplar la máscara mortuoria del santo en yeso.

Palacio Ducal Gandía

En el oratorio, los duques y duquesas de la familia Borgia oraban. Aquí se conservan las grisallas renacentistas realizadas por Filippo de San Leocadio. También se encuentran más huellas de la saga, como la sala Verde, llamada así por los azulejos que la decoran, donde se conservan unos manuscritos originales de Francisco de Borja, así como los restos del catre donde falleció.

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Entre 1703 y 1716, Pascual Francisco Ignacio de Borja y Ponce de León quiso conmemorar la canonización de Francisco de Borja con la construcción de la Galería Dorada, en cuya iconografía se rinde tributo de homenaje a la aristocracia en general, y a la figura del IV duque en particular, a través de cinco salas contiguas separadas por puertas correderas. En su techo podemos observar La glorificación de San Francisco y, al fondo del pasillo, la Sala del Cielo y la Tierra, con un pavimento que supone una de las mejores muestras de cerámica barroca valenciana.

Palacio Ducal Gandía

A finales del siglo XIX, y tras un prolongado abandono, la Compañía de Jesús adquirió el inmueble en subasta pública, manteniendo hasta la actualidad su propiedad.

Palacio Ducal Gandía

4. El Hospital de San Marcos

El Hospital de San Marcos fue fundado en el siglo XIV por el originario Duque de Gandía, Alfonso el Viejo y su patronato lo presidían los duques de Gandía. Siguió en uso hasta el año 1973, pero hoy en día alberga el Museo Arqueológico de Gandía, que atesora piezas de los principales yacimientos arqueológicos de Europa que se encuentran en la comarca de La Safor como la Cova del Bolomor (Tavernes de la Valldigna), la Cova del Parpalló o la Cova de les Meravelles (Gandía).

MAGA Gandia

5. El Convento de Santa Clara

Fundado por Violante de Aragón, hija del duque real Alfonso de Aragón, fue el convento de retiro de muchas mujeres de la familia Borgia: aquí vivieron 33 de ellas, la mayor parte de las hijas de los duques. La primera de ellas fue Isabel de Borja y, poco después, su madre, María Enríquez. Fue tal el vínculo entre la familia y el convento que las mujeres Borgia prácticamente monopolizaron el cargo de abadesa durante buena parte de los siglos XVI y XVII.

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La figura que más marcó las primeras décadas del ducado Borgia de Gandía fue la de María Enríquez, esposa del duque de Gandía -Juan de Borja y Cattenei-, duquesa regente durante la minoría de edad de su hijo y, finalmente, abadesa del Convento de Santa Clara.

A cambio de ese refugio, los duques siempre se mostraron muy generosos con la comunidad, impulsando diversas obras en el convento, por lo que conserva una destacada colección artística. La familia no solo garantizó la difícil supervivencia material en esta clausura de estricta pobreza, sino que contribuyó a incrementar el prestigio del convento a través de las obras de arte que regalaron y que constituyen el origen de los fondos del actual Museu de Santa Clara.

6. L’ Alquería del Duc

También denominada Alquería de Don Alonso, es una antigua casa de labor fortificada construida durante el siglo XIV. Rodeada de naranjos y en pleno marjal, sirvió como residencia de verano de los duques de Borgia y luego fue convertida en un recinto señorial de recreo y caza. Actualmente es un centro de formación turística de la Generalitat Valenciana.

L'Alqueria del Duc

En los alrededores, además de pasear por sus agradables senderos o hacer pícnic, podrás visitar el yacimiento arqueológico de una antigua necrópolis paleocristiana y el Centro de Interpretación Aula Natura Marjal de Gandía.

L'Alqueria del Duc

7. El Torreón del Pino

Este torreón del siglo XVI formaba parte de la ampliación de la muralla efectuada por Francisco de Borja, ya que cuando llegó a Gandía como duque -en 1543- reforzó la seguridad de la ciudad mejorando los fosos, terraplenes y tramos deteriorados de la muralla. Pronto se percató, sin embargo, de que la villa estaba muy desprotegida, especialmente el barrio extramuros o Vilanova del Trapig, donde se concentraban los artesanos y centros productores de azúcar del ducado. Por eso decidió ampliar la muralla para cerrar también este sector, obligando a trabajar en ella a los vasallos moriscos del Raval.

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Segunda parada: Alfahuir

8. Monasterio de Sant Jeroni de Cotalba

Fundado en 1388, es uno de los monasterios mejor conservados de la Comunidad Valenciana y contó con la protección de la familia Borja. Está ubicado a ocho kilómetros de Gandía y su vínculo con la familia se produce en el siglo XVI, cuando la duquesa de Gandía, María Enríquez de Luna, realiza obras de ampliación con el claustro superior de estilo gótico tardío o el aljibe medieval del Patio de los Naranjos, que servía para abastecer de agua al monasterio. San Francisco de Borja también frecuentó el monasterio y su esposa, Leonor de Castro, pasó sus últimos días en él.

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Aquí conocerás la historia de la comunidad jerónima y del monasterio, en cuyas dependencias estuvieron los escritores Ausias March y Joanot Martorell. Cuando vayas, admira la escalera helicoidal del arquitecto Pere Compte y las obras del pintor renacentista Fray Nicolás Borrás. También merecen una visita sus jardines románticos, construidos por Federico Trénor Bucelli a principios del siglo XX, que recuerdan al estilo del arquitecto-paisajista francés Nicolás Forestier. Aquí se realizan eventos culturales e incluso bodas.

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Tercera parada: Simat de la Valldigna

9. Monasterio de Santa María de la Valldigna

Al norte de la comarca de la Safor, por decisión de Jaime II el Justo, se estableció en 1298 una comunidad de monjes cistercienses de Santes Creus que fundó este complejo monástico. Este espectacular monasterio fue adquirido por la Generalitat Valenciana en 1991 y ha sido sometido a una intensa rehabilitación integral para convertirlo en un bien cultural abierto a la ciudadanía.

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¿Cuál es su relación con los Borja? De este monasterio fueron abades Rodrigo de Borja y su hijo César Borja entre 1479 y 1511. Su Sala Capitular, que data de finales del siglo XV, se construyó por orden de Rodrigo. Hasta cuatro abades de este edificio conventual llevaron el apellido Borja, aunque el que más lejos llegó fue Rodrigo, quien antes de convertirse en el papa Alejandro VI rigió la Valldigna entre 1479 y 1491. La entrada a esta Sala Capitular se realiza desde el claustro a través de una gran puerta flanqueada por dos ventanas de estilo gótico tardío. La bóveda de crucería estrellada que la cubre, donde figura el escudo de los Borja, se atribuye a Pere Compte, el arquitecto de la Lonja de Valencia.

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Cuando Rodrigo se va, designa a su hijo César como abad (1491-1498). Luego llega su sobrino Luis de Borja, que lo fue de 1502 a 1504 y de 1507 a 1511. Alonso de Borja fue abad del Monasteri de Santa María de la Valldigna de 1518 a 1530. Ellos ni siquiera vivían aquí, sino que estaban en sus palacios.

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Los sábados y domingos se puede acceder con visita guiada y, además, el Monasteri cuenta con una completa programación anual de conciertos: música medieval, jazz o clásica.

Continuará…

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