Compartir

No te pierdas ningún destino

Crea tus rutas, encuentra y guarda los mejores destinos con nuestra App.

Descargar app
{{title}}
{{buttonText}}
Amantes de Teruel

Escapada romántica a Teruel en San Valentín

Viaje a la cuna del amor medieval

Actualizado: 11/02/2022

Fotografía: Aránzazu Navarro

Los Amantes de Teruel, ¿existieron o son solo una leyenda? Tal vez no importa demasiado. La única realidad es que son el mejor eslogan turístico posible. ¿Qué puede haber mejor que visitar un sitio donde reivindicar la fuerza y la belleza del amor? Ese sitio es Teruel, que al mismo tiempo que es la capital de provincia más pequeña de España, presume de ser la ciudad del amor, un destino ideal para planificar una escapada romántica de cara a San Valentín.
Descárgate la App, acierta con tus planes y gana premios
Descargar app

Siempre hay motivos para escuchar a The Beatles. Hay infinitas razones para repasar la música del grupo más famoso de todos los tiempos. Y algunas de esas excusas pueden parecer realmente sorprendentes. Aquí va una inesperada: preparar una escapada romántica a Teruel. ¿Qué tienen que ver la ciudad aragonesa y el cuarteto de Liverpool? El nexo de unión se descubre buceando en viejas grabaciones de la banda.

alt

Fue en agosto de 1963 cuando los Four Fab acudieron a la BBC para actuar en un show en directo. Ahí tocaron por primera vez The Honeymoon Song. Una canción cuya melodía había compuesto unos años antes el prestigioso músico Mikis Theodorakis como banda sonora de la peli Luna de miel. Una cinta inglesa ambientada en diversos escenarios españoles, entre ellos la ciudad turolense, donde la música del griego y la danza del bailarín Antonio sirven para recrear la historia de Los Amantes de Teruel.

Esta es una prueba evidente de la intencionalidad del relato. De hecho, cuando la película se estrenó en Estados Unidos, lo hizo con el título de The Lovers of Teruel. Así que, ¿quién no ha oído hablar de Los Amantes de Teruel? Su popularidad es innegable. Pero, ¿realmente se conoce la historia? Si se hace la visita a su mausoleo en la capital turolense, se descubren todos los detalles de este apasionado romance medieval.

alt

Amor y tragedia para la posteridad

En los primeros compases del siglo XIII, Teruel era una urbe recién fundada donde se habían asentado poderosas familias cristianas. Una de ellas era la de Pedro Segura, quien tenía una preciosa hija en edad casadera y de nombre Isabel. El padre deseaba un matrimonio ventajoso para su apellido y también para su fortuna, pero el destino le reservó otro tipo de amor para la muchacha.

alt

En su vida se cruzó Juan Diego de Marcilla, un joven atrevido y hermoso. El enamoramiento entre Isabel y Diego fue inmediato, pero había un problema, el muchacho no tenía riqueza alguna, solo orgullo. Aunque estuviera loco por casarse con su amada, no lo haría sin el consentimiento paterno, algo que, obviamente, no consiguió. De manera que le pidió a Isabel un plazo de cinco años para acumular fortuna luchando en las guerras contra los musulmanes.

alt

Él partió en busca de combates, expolios y botines de guerra, mientras que ella quedó en Teruel. Durante cinco largos años se resistió a su progenitor, que no cesó de instarle a pasar por el altar de la mano de algún caballero distinguido y rico hasta que, al final, la situación se tornó insostenible. El reloj de la vida no se paraba y no tenía noticia alguna de su amado. No había más solución que buscar un marido. El elegido fue Pedro de Azagra, oriundo de una acaudalada familia de Albarracín.

alt

La boda se celebró y se consumó, pero el caprichoso azar hizo que por esas mismas fechas Diego retornara a Teruel y descubriera el enlace. Él volvía rico y deseoso de Isabel, así que no pudo contenerse y se coló sigiloso en el mismo dormitorio del matrimonio. Fue capaz de despertar a su amada y solicitarle un beso. Solo un beso. “Dame un beso, o muero”. Ella se lo negó hasta en dos ocasiones argumentando que no podía deshonrar a su esposo. Ante la negativa, Diego cumplió su palabra, y ahí mismo murió.

alt

La tragedia no acabó aquí. Al día siguiente, cuando se velaba el cadáver de Diego, Isabel se presentó en el sepelio. Compungida y decidida, se acercó hasta el cuerpo sin vida. Apartó la mortaja para descubrir el rostro, lo miró y le dio ese beso que le debía. La escena fue impactante porque la muchacha ya no se incorporó. En cuanto los labios de ambos se juntaron, ella también murió.

alt

Ficción popular o hechos históricos

Tales sucesos acontecieron en el invierno de 1217. ¿Son ciertos? Laura Giménez, la guía que cada día hace el recorrido por el Mausoleo de Los Amantes de Teruel no lo duda: “Algo tuvo que pasar para que más de 800 años después lo sigamos contando, ¿no?”. Pero no solo eso. Además están los cuerpos momificados de los dos enamorados. “Identificados mediante acta notarial”, apostilla Laura.

alt

El hecho es que, durante siglos, el recuerdo de esas dos muertes y los sentimientos que representaban se transmitieron de generación en generación entre los vecinos de la ciudad. “Los Amantes de Teruel fue un relato oral. No había nada más que eso, pero en 1555 se encontraron en la capilla de San Cosme y San Damián los cuerpos momificados de dos jóvenes. Aquí al lado, en la iglesia de San Pedro”, cuenta Patricia García, directora de la Fundación Amantes de Teruel, que actualmente gestiona tanto el mausoleo como las visitas a la citada iglesia.

alt

“Más tarde, un notario del siglo XVII certificó la aparición de las momias y las vinculó con los protagonistas del relato. Entre otras cosas porque la capilla donde aparecieron perteneció a la familia Marcilla. Desde ese momento los cuerpos no han dejado de venerarse en la iglesia de San Pedro y en la capilla del Sagrado Corazón, donde ahora está el mausoleo”, sigue contando Patricia.

alt

Un monumento para el amor

Es cierto que durante todo ese tiempo la presentación de los cuerpos no siempre ha sido tan decorosa como en la actualidad. En 2005 se creó el Mausoleo de los Amantes tal y como se visita hoy, un conjunto donde el protagonismo reside en el doble sepulcro que alberga los restos de Isabel y Diego, visibles a través de una elegante celosía. De hecho, hay muchos visitantes que están deseosos de ver esos cadáveres, que según las pruebas del carbono-14 son datables en época medieval.

alt

Pero el morbo por ver esos huesos no impide admirar la escultura que los protege. “Es una obra magnífica del escultor Juan de Ávalos. Son dos figuras cargadas de belleza y de símbolos. Por ejemplo, hay que fijarse en las manos de ambos, que se acercan, se desean, pero no se llegan a tocar nunca. Una manifestación de amor imposible y eterno”, describe con pasión Laura.

alt

“Soy guía aquí desde que se abrió el mausoleo y no deja de maravillarme por las sensaciones que transmite”. A ella, y a las decenas de miles de personas que pasan cada año por aquí. “Vienen de toda España y también muchos son extranjeros y, desde luego, entran numerosas parejas de enamorados. Ni sé cuántas pedidas de mano he visto en este lugar. Algunos se han traído hasta una violinista para la ocasión”.

alt

El aura que despierta la historia no solo inspira los sentimientos más tiernos de los visitantes. Es algo que viene de lejos. Fue Tirso de Molina quien escribió un texto para contar la desdicha de los enamorados turolenses en los teatros barrocos del siglo XVII. Luego lo volvería a relatar con éxito el dramaturgo Juan Eugenio Hartzenbusch en plena época del Romanticismo. Y de las palabras se pasaría a las imágenes.

alt

El primer cuadro que plasmó el dramático final de esos besos -o de su ausencia- fue el que hizo Juan García Martínez en 1857, un lienzo que se expone en la actualidad en el mausoleo. Al igual que también hay una réplica del célebre cuadro Los Amantes de Teruel que pintó Muñoz Degraín en 1884, y cuyo original cuelga en el Museo del Prado. Con el paso de los años Isabel y Diego han inspirado obras contemporáneas, esculturas, películas, óperas, radionovelas, modernos espectáculos de danza o canciones, como ya hemos escuchado a The Beatles, cuya versión en castellano se popularizó con La luna de miel de Paloma San Basilio.

alt

Los encantos de Teruel

Los Amantes de Teruel son el mejor eslogan para cualquier campaña turística de la ciudad. Lo tuvieron claro hace más de 100 años. Fue entonces cuando se construyó la Escalinata del Óvalo, que daba la bienvenida a los viajeros que llegaban a la estación ferroviaria situada en la parte baja de la urbe. Los recién llegados se encontraban con esta monumental escalera que resume los atractivos turolenses, comenzando por el gran relieve en mármol escenificando el fatídico beso de Isabel a Diego.

alt

El blanco marmóreo de ese relieve todavía destaca más entre los ladrillos rojos y la cerámica vidriada que compone la arquitectura neomudéjar de la Escalinata, un claro homenaje al otro gran motivo de visita a Teruel. Descubrir su arquitectura mudéjar. Sus famosas torres del Salvador, San Martín o el conjunto de la Catedral de Teruel están declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y también pertenece a ese estilo la iglesia de San Pedro, donde aparecieron los restos de Los Amantes. De hecho, es la única iglesia de Teruel que conserva íntegra su fábrica mudéjar, incluida su torre, la cual es visitable en los mismos recorridos que incluyen el mausoleo.

alt

Lo que no es de época mudéjar es la decoración que luce en el interior del templo. Comenzando por los diversos retablos, entre los que destaca el del altar mayor, realizado por el escultor francés Gabriel Joly en la primera mitad del siglo XVI. Una obra tallada en madera de pino que posee un vigor expresivo brutal, algo que se refuerza por la ausencia de color, ya que la madera quedó en crudo, apenas con barniz. Todo lo contrario al vibrante colorido que envuelve hasta el último centímetro de la bóveda, las paredes o las arquerías de la iglesia, que fueron profusamente pintadas a comienzos del siglo XX por el artista Salvador Gisbert.

alt

Un mito muy vivo

Y es que Teruel entró en el pasado siglo XX con mucha fuerza creativa. Algo que se manifiesta en sus singulares casas modernistas de la plaza del Torico o en la robustez constructiva del Viaducto que permitió la expansión de la urbe hacia el sur, donde se desarrolló su particular Ensanche.

alt

Todo ello representó la modernidad y el futuro, pero eso jamás significó que Teruel se desvinculara de su pasado y, en especial, de su mito más querido. Al contrario. Con el paso del tiempo se ha ido multiplicando la pasión por esos personajes de leyenda. Una buena muestra es la recreación anual de las Bodas de Isabel, en las que se involucra toda la población desde hace más de dos décadas. Todo un acontecimiento para la ciudad, como también lo fue batir en 2018 un pasional Récord Guinness. Se trataba de generar la cadena más larga de besos. Aquello que se les negó a Diego e Isabel, lo hicieron de forma consecutiva más de 1.000 parejas.

alt

En definitiva, parece claro que Teruel es la ciudad del amor. Así que no es extraño que su dulce más típico y souvenir imprescindible sean los “suspiros de amante”, mientras que la ciudad ha renovado sus mensajes y en la actualidad, junto a la mencionada Escalinata del Óvalo, los viajeros se encuentren una escultura actual que lanza un mensaje de bienvenida de lo más caluroso y positivo: “AMA y no pierdas el tiempo”.

Te puede interesar