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Desde que el pasado 19 de septiembre se abriese el suelo del Parque Natural de Cumbre Vieja y surgiese un volcán, La Palma no ha dejado de ser destino preferente en las corrientes turísticas de todo el mundo. Durante 2022 seguirá siéndolo, a pesar de que a la hora de cerrar estas líneas el volcán parece haber decidido cesar su actividad. Si ir a ver las explosiones de Cumbre Vieja fue el trending topic viajero en el último trimestre de 2021, acercarse a la isla canaria para contemplar el devastador resultado de sus emisiones lo seguirá siendo a lo largo del año que comienza dentro de unos días.
No deberá el buen viajero limitarse a lo que han hecho la mayoría de los visitantes de La Palma estos últimos meses: llegar, ver el volcán, hacerse un selfie y regresar ufanos a casa. Sería injusto para la isla y, sobre todo, para sus sufridos habitantes, muchos de los cuales han visto como los ríos de lava y las nubes de gas y ceniza, junto con todo lo que tenían, se han llevado sus sueños de futuro. Para ayudarles a reconstruirlos se debe visitar esta isla los próximos meses. Una vez allí, hay que acercarse al entorno del volcán -cómo no hacerlo-, pero La Palma es mucho más que objetivo de cazaselfies. Descubrir los atractivos que encierra su territorio y admitir que el sobrenombre con el que se le conoce, la Isla Bonita, se queda corto, es todo uno.
La Caldera de Taburiente está a la cabeza de todos estos atractivos. Declarada parque nacional en el temprano 1954 -es uno de los más antiguos de estos espacios naturales protegidos en España-, es un excepcional terreno para el turismo de naturaleza. En especial el senderismo, que a través de 13 senderos señalizados permite conocer su abrupto paisaje culminado en el Roque de los Muchachos, a unos altísimos 2.426 metros y en cuya cima se localiza uno de los observatorios astronómicos más importantes del mundo.
Clausuradas por razones obvias rutas tan emblemáticas como El Bastón y la Ruta de los Volcanes, no hay que dejar de acercarse a la punta sur de la isla para ver el Teneguía, el último volcán que entró en erupción antes que Cumbre Vieja, justo hace 50 años. El llamado volcán amable, pues su erupción fue menos violenta que la actual, tiene senderos de corta duración y un centro de visitantes que explica los procesos volcánicos que han originado las Canarias.
Menos conocidos que los de la vecina isla de La Gomera, los bosques de laurisilva palmeros mantienen un perfecto estado de conservación. Uno de ellos, el Cubo de La Galga, regala un auténtico viaje a la era terciaria. La escondida playa de la Veta es contrapunto a un turismo tan activo, aunque sus arenas negras recuerdan el pasado telúrico hoy bien presente en la isla. No lejos, el Poris de Candelaria y Cueva Bonita son hermosos ejemplos de lo que es capaz de crear esta naturaleza ardiente.
Queda reseñar, aunque sea de pasada, las poblaciones palmeras. Aunque la isla es pequeña, abunda en localidades que rebosan tipismo y mantienen impecable su tradicional estilo colonial. De Santa Cruz de la Palma, la capital isleña, a Poris de Candelaria, sin olvidar Tazacorte, El Paso, El Remo y Tijarafe. Llegar a muchos de ellos exige un estimulante ejercicio de conducción por carreteras con todo el sabor isleño.
De manera excepcional y motivado por la covid-19, las autoridades eclesiásticas han decidido que este Año Santo Compostelano, que debía clausurarse el próximo 31 de diciembre, se prolongue durante todo 2022. Esto convertirá al Camino de Santiago en uno de los destinos más visitados del mundo.
Según los datos de la Oficina del Peregrino, durante 2021 han llegado a Santiago de Compostela más de 200.000 peregrinos, cifra excepcional si se tiene en cuenta que solo refiere siete meses, pues hasta el comienzo de junio la presencia de romeros en el Camino fue testimonial. Si la covid no lo impide, 2022 batirá todos los récords de peregrinación.
La prolongación del Año Santo va a ser una ocasión excepcional para reemprender- o enfrentarse por primera vez- el Camino para todos los que no pudieron o no se atrevieron a hacerlo en 2021. Para ayudar a su recuperación turística, la Xunta de Galicia va a invertir más de 85 millones de euros a lo largo del año.
Los más de 50 ramales de la primera ruta turística de la humanidad invitan a caminar. Son el reflejo de la tradición iniciada en el Medievo, en la que los peregrinos iniciaban el camino hacia Compostela en la puerta de su casa. Frente a los bien conocidos y multitudinarios ramales Francés, Portugués y Primitivo, se abren alternativas relajadas y escondidas. El Camino Olvidado, la Ruta Vaniense y el Camino de la Lana son algunos de ellos. Sólo hace falta eso: ganas, buen calzado, cerrar la puerta y echarse a andar.
Elegida Capital Gastronómica Europea 2022, Sanlúcar de Barrameda saca pecho junto a sus memorables langostinos y una copita de manzanilla. Después de Murcia, que apura los últimos días de su capitalidad, le ha tocado el turno a la villa gaditana situada junto al Guadalquivir.
Lo señalaron los miembros del jurado que, en la reciente Feria de Turismo Interior (Intur), destacaron en su declaración “la vocación universal de Sanlúcar y la calidad de vida que genera el río Guadalquivir y el entorno natural de Doñana, así como sus playas, sus legendarias carreras de caballos y la hospitalidad de una ciudad abierta”. Por si fuera poca excusa, la ciudad gaditana festejará el 500 aniversario de la primera vuelta al mundo, pues de su puerto salieron y llegaron las naves de la expedición de Fernando Magallanes y Juan Sebastian Elcano, que fue la primera de la historia que dio la vuelta a la Tierra.
Las carreras de caballos es lo primero que hay que ver en Sanlúcar. No en vano llevan celebrándose desde la tarde del 31 de agosto de 1845, lo que las convierte en una de las competiciones hípicas más antiguas de Europa. Fiesta de Interés Turístico Internacional, se celebran en la playa en dos ciclos en el mes de agosto. Es aconsejable conocer el calendario para hacer coincidir la visita con la carrera.
Aparte de por las carreras de caballos, la villa gaditana es conocida por cuestiones más materiales, como son sus apreciadísimos Melicertus kerathurus, o sea langostinos. Es tanto su esplendor, es tan intenso el rastro en boca, que la urbe cuenta con una Avenida del langostino. Su denominación de origen los protege como la dura cáscara que envuelve su carne turgente y rosada.
Acedías, pijotas, chocos, castañitas, chovas… son otras rutilantes estrellas salidas de las aguas que rodean la ciudad con destino a platillos tan exclusivos del lugar como el veranillo, las papas de arena y, si se quiere algo de fuera del mar, no queda otra que un arroz con pato, no en vano Sanlúcar está rodeado de marismas. Todo, eso sí, convenientemente regado con manzanilla, o fino, amontillado, oloroso o moscatel. Tanto da. En Sanlúcar hay bodegas para dar y tomar.
Un paseo por la villa disipa la modorra hasta el punto de comprender sin inconvenientes la hora que marca el reloj de sol de la fachada de Nuestra Señora de la O. El ambiente de la plaza del Cabildo, el esplendor de las Covachas, y la vista de la ciudad y su entorno que regala el castillo de Santiago, son destino obligado. Y aún queda el flamenco.
Dos acontecimientos recién sucedidos y una nominación para 2022 señalan el punto donde hoy se encuentra Madrid como destino turístico. El primero sucedió el pasado verano, cuando la Unesco incluyó en sus listas de Patrimonio de la Humanidad al Eje del Prado y el Retiro como Paisaje Cultural Urbano. Naturaleza urbanita y arte sublime a partes iguales. El segundo ha sucedido hace pocas fechas, cuando la ciudad de Madrid ha sido admitida como miembro de todo derecho de la Organización Mundial de Turismo (OMT). Se trata de la agencia de Naciones Unidas responsable de la promoción de un turismo responsable y sostenible como motor económico y desarrollo inclusivo.
De cara a 2022, Madrid ha sido nombrada Capital Mundial del Deporte. El título lo concede la asociación internacional Capitales Europeas del Deporte (ACES), con sede en Bruselas, a las ciudades de más de 500.000 habitantes en las que se valora su receptividad para la práctica deportiva y está considerada un impulso para la futura candidatura para albergar unos Juegos Olímpicos. Estos reconocimientos asientan la posición de la capital de España como destino turístico de primer orden. Antes de conseguirlos, Madrid ya estaba en los radares de los viajeros de todo el mundo. Los más de siete millones y medio de turistas recibidos el año anterior a la pandemia lo certifican.
Es el eje del Prado la bisectriz que articula el llamado Triángulo de Oro capitalino. También conocido como Triángulo del Arte, aglutina un extraordinario conjunto de museos e instituciones consagradas a la Cultura difícil de igualar y que incluye los museos del Prado, Reina Sofía, Thyssen-Bornemisza y Naval, y los espacios CaixaForum, Tabacalera, Círculo de Bellas Artes, CentroCentro -del Ayuntamiento de Madrid-, Casa América, Centro Fernán Gómez, Fundación Mapfre y Fundación María Cristina Masaveu Peterson.
La gastronomía es otra de las razones principales que hacen elegir a Madrid como destino turístico. Sus límites desbordan el eje del Prado y se extienden hasta la linde de la ciudad, que se ilumina con un firmamento de 79 Soles Guía Repsol y 28 Estrellas Michelín. Tres de de ellas, por citar lo más reciente, se han concedido la víspera de cerrar este artículo: las meteóricas dos estrellas que acaba de merecer ‘Smooked Rom’, y las primeras de ‘Quimbaya’ y ‘Deessa’.
La monumentalidad y casticismo del barrio de los Austrias; los grandes almacenes y centros de compras, de irresistibles precios para los extranjeros, y asuntos en apariencia tan desapercibidos, como la construcción del nuevo estadio Santiago Bernabéu, cuyo museo hasta la pandemia era el segundo más visto de la capital, van a seguir siendo razones de peso para visitar la Villa y Corte durante 2022.
Contrapunto de la multitudinaria oferta turística de grandes ciudades como Madrid y de destinos playeros, Las Médulas son un remanso de paz que responde a las tendencias turísticas rurales que ha traído consigo la pandemia. La mina romana más espectacular del mundo se esconde en los pliegues de las montañas leonesas, entre el valle del Sil y los Montes Aquilanos.
Las Médulas fueron la mayor mina a cielo abierto de la Antigüedad, fruto de una intensa transformación diseñada por los ingenieros romanos y llevada a cabo por miles de esclavos. En un número que algunos cifran en más de 60.000 almas, entonces eran simples animales de carga que, a fuerza de sudor y látigo, horadaron y laminaron la tierra leonesa. El resultado de su trabajo, que duró doscientos años y los propios romanos calificaron de temerario, fue el movimiento de 500 millones de metros cúbicos de arena que cambiaron por completo este territorio de la comarca de El Bierzo. Valió la pena, pues el beneficio estimado estaba por encima de 1.600.000 kilos de oro extraídos al año.
Este paisaje irreal mereció ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997. Un escenario de paredones anaranjados que brotan afilados en un mar de castaños. Muchos de ellos son árboles monumentales y hay quien piensa que más de uno fue plantado por los romanos para dar de comer a sus cerdos… y a los esclavos que trabajaban en las minas.
Con inicio en el Centro de Recepción de Visitantes, varias rutas recorren la zona, donde merece la pena ascender hasta la entrada de la galería de Orellán, vestigio de la explotación romana, que conserva un conducto de agua que desemboca en un orificio colgado de la pared arenosa. Desde este impensable mirador se obtiene una vertiginosa visión de Las Médulas. El recorrido por el fantástico paisaje se completa con la infraestructura museística del espacio, que incluye un aula de arqueología donde se describe con detalle la historia, origen y valores actuales de este monumento natural.
A primeros de diciembre se descubrió en la Alhambra un edificio de la época nazarí del que se desconocía su existencia. Localizado en los jardines de la Alamedilla, cuando se procedía a unas excavaciones, señala lo que siempre se ha dicho: que la Alhambra de Granada es una enorme caja de sorpresas.
El hallazgo pertenece a los restos de una casa palacio de las etapas tempranas del periodo nazarí, de cuyo final se celebrará dentro de muy pocos días el 530 aniversario. Sucedió exactamente el 2 de enero de 1492, cuando Boabdil el Chico, último sultán que reinó en Granada, entregó las llaves de la ciudad y la fortaleza de la Alhambra a los Reyes Católicos. A la hora de visitar Granada, lo primero que debe tenerse en cuenta es que la Alhambra es el monumento más visitado de España y uno de los diez primeros del mundo por número de visitas. Esto quiere decir que, para poder entrar en los recintos del complejo y el Generalife, hay que hacer la reserva con antelación.
Otro aniversario de gran trascendencia que tendrá lugar el próximo año en la ciudad nazarí es el centenario del Concurso de Cante Jondo, organizado por primera vez en 1922 por Manuel de Falla y Federico García Lorca. Auténtico festival, el primero que se celebró en el mundo, contó con la presencia de Juan Ramón Jiménez, Joaquín Turina e Ignacio Sánchez Mejías entre otros muchos y fue decisivo para el reconocimiento cultural del flamenco. Una gran exposición, un ciclo de jóvenes flamencos, encuentros entre escritores y flamencólogos, paseos literarios y un homenaje a Lorca, son algunas de las actividades programadas.
El pasado mes de octubre, el Patronato de la Alhambra y el Generalife, la estación de esquí de Sierra Nevada, la Federación de Hostelería de Granada y la Autoridad Portuaria de Motril, pusieron en marcha un plan para incentivar el atractivo turístico de Granada y su sierra a los turistas que llegan en los numerosos cruceros que atracan en el puerto motrileño. El acuerdo permitirá conocer de una tacada las sucesivas restauraciones realizadas los últimos años en el recinto de la Alhambra y las bondades de esquiar en la estación más meridional de Europa.
Veinticinco años después de su inauguración, la capacidad de transformación que el Museo Guggenheim trajo a Bilbao no ha cejado. Aunque el inicio del proyecto se remonta seis años atrás, el 18 de octubre de 1997 es la fecha que marca la inauguración del que está considerado el fenómeno más importante y singular de la historia moderna del arte en nuestro país.
El millón largo de visitantes que recibe cada año desde entonces muestra el músculo de la llamada Marilyn de titanio y su capacidad tractora para la villa del Nervión. Antes de que el Guggenheim abriera sus puertas, Bilbao era una ciudad en cuyo tejido urbano abundaban zonas degradadas y áreas industriales. La incorporación a su skyline de la pinchuda silueta metálica despertó la revitalización de la ciudad.
El efecto Guggenheim cambió para siempre el aspecto de la otrora renegrida ciudad industrial, mejorando la vida de sus vecinos y atrayendo el turismo cultural. Hoy son docenas de edificios vanguardistas los que acompañan al museo en su primer cuarto de siglo. Una interesante ruta turística los recorre.
El Palacio Euskalduna, La Biblioteca Deusto, Isozaki Atea, Bizkaia Aretoa, el nuevo San Mamés, la Torre Iberdrola y La Alhondiga son algunos. A sus pies se extienden abundantes espacios, parques y una ciudad que tiene lo verde por bandera. El impulso de los transportes públicos y el uso de la bicicleta, junto con la limitación de velocidad a 30 kilómetros por hora en todas sus calles, lo certifican.
No se sabe si en los municipios de El Burgo, Istán, Monda, Parauta, Ronda y demás pueblos de su entorno, el pasado 1 de julio repicaron las campanas, pero la ocasión lo merecía. A este conjunto de pueblecitos malagueños, situados en la parte más elevada de la Sierra de Ronda, aquel día no les tocó la lotería, pero casi. Fue la fecha en que, después de un siglo de peticiones, la Sierra de las Nieves fue declarada parque nacional, el último de los espacios más distinguidos de la naturaleza española.
La declaración ha puesto en el mapa sus serranías y añaden valor al turismo de interior, pausado y de calidad, que siempre han ofrecido. Sus pueblos son pequeñas manchas blancas que salpican el monte. Pastores, cabreros y viejos molinos aceiteros continúan su actividad amiga con el paisaje.
La Sierra de las Nieves es la más alta de Andalucía occidental, pero no es de su altura de lo que más presume esta serranía malagueña. Lo hace por la riqueza y alto grado de conservación de su biodiversidad, donde sobre todas las demás especies destaca el pinsapo. Este árbol, emparentado con los abetos, carecía hasta ahora de representación en la red de parques nacionales. Es una especie de hoja perenne que solo se localiza en las sierras andaluzas de influencia mediterránea y las del norte de Marruecos. De todas ellas, la Sierra de las Nieves, con el 65 % de los pinsapares de la Península Ibérica, es su mayor reservorio mundial.
La presencia de especies como águila real, halcón peregrino, buitre leonado, nutria, meloncillo, gato montés, gineta y otras, señalan el buen estado del territorio. El reino del pinsapo será destino para practicar actividades como el senderismo, la observación de fauna y el encuentro con unas formas de vida que cada vez son más escasas.
Puesto en marcha en 2018, este singular recorrido turístico que transita por las tierras fronterizas de Huesca y los Pirineos centrales franceses, quedó paralizada por la pandemia. Este verano resucitará con fuerza para acoger a los amantes de los viajes por carretera con etapas que concluyen en impresionantes parajes naturales y pueblos que conservan su esencia rural.
La magia de los Pirineos a través de seis itinerarios, puestos en valor por TuHuesca (Turismo de la provincia de Huesca) y Turismo Hautes-Pyrénées, enseñan que, antes que frontera que separa, es un nexo de unión entre los pueblos que viven en sus dos lados. Ochocientos kilómetros que cabalgan por carreteras míticas y una docena de localidades imprescindibles que esperan ser descubiertas de manera diferente. En coche, moto o, los más esforzados, bicicleta -que bien puede ser eléctrica- esta ruta hace posible vivir una road movie con el espíritu de las grandes rutas americanas sin salir de nuestro país.
Recorridos de entre cuatro, ocho o más días, que pueden organizarse a voluntad del viajero. En ellos el tránsito por carretera es importante, pero no lo único. Sea cual sea el camino elegido, alcanzan parques nacionales, lugares declarados Patrimonio de la Humanidad, Monumentos Nacionales, villas históricas y monumentos artísticos. Un viaje por parajes naturales extraordinarios y las gentes que en ellos conservan modos de vida tradicionales.
Rutas como La vuelta de los Pirineos y La gran travesía de los Pirineos, llevan a los viajeros a través de los puertos míticos de la cordillera, como el Tourmalet y el Aspin. Sus carreteras permiten asomarse a circos glaciares, lagos de montañas y cumbres de leyenda. Aínsa, Torla, Ordesa, Añisclo, Benasque, Aneto, San Juan de la Peña y Jaca son algunos de los lugares de parada. Desde ellos se pasa al lado norte de las montañas, aunque eso es otra historia.
La caldereta de langosta de Fornells, la sobrasada de poltrú; la carnixulla, el cuixot y el botifarró, por seguir con los fiambres. Arroz con trigo roto de Mercadal, un buen perol menorquín de pescados, la aromática oliaigua payesa, hongos de Ferrerías y, cómo no, el pimentonado queso de Mahón. De postre, ensaimada menorquina y, si queda hueco, un par de carqinyols y pastissets.
Los personalísimos platos de la cocina menorquina no necesitan ninguna distinción para demostrar su fuerza y pujanza. Por si algún estómago despistado no lo tiene del todo claro, el Instituto Internacional de la Gastronomía, la Cultura, las Artes y el Turismo ha nombrado a Menorca como Región Europea de Gastronomía 2022.
El label viene acompañado de la celebración, a lo largo de todo el año, de medio centenar de actividades en torno a la gastronomía y, también, a la cultura isleña y la sostenibilidad de su territorio, razones principales por las que ha merecido la distinción. Más allá de las 20 categorías de productos gastronómicos, de los 300 productores y de los más de 1.800 negocios relacionados con la restauración, la pequeña isla atesora en sus poco más de 700 kilómetros cuadrados una oferta turística singular.
No es necesario hablar de sus calas, conocido rosario de arenales abiertos al Mediterráneo más transparente. Costa adentro, la pequeña isla rebosa atractivos. Empiezan en sus dos ciudades principales. Ciutadella, antigua capital de la isla, que conserva el esplendor de sus casas y calles; y Maó, protegida por uno de los mejores puertos naturales del Mediterráneo.
Disfrutar de fiestas populares tan impresionantes como los jaleos, en las que la gente se mete bajo los caballos -de inconfundible raza menorquina- mientras estos se levantan sobre sus patas traseras. Asombrarse ante los talayots, enigmáticos monumentos megalíticos exclusivos de la isla. Aventurarse en el entorno de la Albufera des Grau para practicar turismo ornitológico y, los más aventureros, recorrer el Camí des Cavalls, histórica senda de 180 kilómetros que recorre todo el litoral menorquín.
¡Ah!... se nos olvidaba, para ayudar a la digestión de tan estimulante menú, nada mejor que una ginebra menorquina, una herencia de los tiempos de la dominación británica que no hay que dejar de probar.
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