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Las huellas que deja nuestro paso se encharcan de inmediato por la humedad que rezuma del terreno. En lo alto, solo algún jirón de niebla logra atravesar una cerrada bóveda forestal. En algún tramo los helechos forman una espesura que se traga el camino y nos oculta en un túnel húmedo y verdoso. El canto de algún pájaro misterioso acentúa la sombría y misteriosa sensación que asalta en el fondo del barranco.
Desde que el pasado 19 de septiembre el volcán de Cumbre Vieja entró en erupción, imaginamos La Palma como un paisaje de fuego y temblores, de erupciones y coladas de lava. Es cierto que en el oeste de la isla ha surgido de la tierra un escenario que nos recuerda el origen telúrico del archipiélago canario, pero en la Isla Bonita hay mucho más. Y muy diferente.
El Cubo de la Galga es buen ejemplo de ello. Encuadrado en el Parque Natural de las Nieves, primera Reserva de la Biosfera de La Palma, declarada por la Unesco en 1983, aquí se localiza uno de los mejores ejemplos de laurisilva del mundo. Selva primitiva superviviente de la Era Terciaria, este bosque encantado es un escenario de ciencia ficción que contrasta con el mundo de fuego que el volcán de Cumbre Vieja ha instalado en el imaginario colectivo.
Localizado en el municipio de Puntallana, noreste de La Palma, este espacio natural es uno de los lugares más interesantes para practicar la actividad por la que la isla canaria se ha ganado merecida fama: las excursiones y trekkings por su indomable naturaleza. El Cubo de la Galga es uno de esos recorridos palmeros únicos. Acoge una red de caminos con variadas posibilidades. Desde el breve y sencillo paseo autoguiado de dos kilómetros, a una ruta más exigente de doce kilómetros y un desnivel de 500 metros. Aquí hay para todos los gustos, edades y condición física. El Punto de Información del Cubo de la Galga es el lugar donde se ofrece información de todas ellas, así como de la situación del espacio natural en el momento. Desde aquí parten las excursiones más recomendables para conocer el espacio natural.
El llamado Sendero de la Galga es el más frecuentado por los visitantes. Aquí está un citado camino autoguiado que incluye sucesivos postes numerados. Se trata de la opción más recomendable para quien no tenga demasiado tiempo ni condiciones, pero quiera conocer estas selvas ancestrales. Forma parte del sendero de pequeño recorrido PR LP 5.1, identificado por las inconfundibles señales blanquiamarillas típicas de estas rutas. Coincide con el citado sendero que, con una longitud de nueve kilómetros, incluye la visita opcional al mirador de Somada Alta.
El inicio está unos metros más abajo del aparcamiento del Punto de Información. Durante un kilómetro se recorre una pista asfaltada y se transita por el fondo de un valle de laderas cubiertas de un tupido bosque. Sigue un tramo de pista en el que el poste grabado con el número 2 marca el inicio del espectáculo. A su lado, un gigantesco árbol, llamado el Barbuzano del Cubo, señala que nos adentramos en el monteverde.
El escenario cambia, penetrando en un espacio selvático donde la luz se atenúa y es frecuentado por las neblinas. En algunos tramos la espesura del bosque otorga al ambiente un aura misteriosa, señalada por una oscuridad que se hace palpable. Se discurre bajo una bóveda vegetal tan enigmática como los nombres de los árboles que la forman: loros, tilos, sanguinos, paloblancos, viñatigos, sacateros, acebiños, mocanes, marmulanos, delfinos…
Árboles, a pesar de sus nombres, protagonistas todos de un bosque que permanece sin cambios desde hace 20 millones de años. Auténtico trekking por la Era Terciaria, la caminata discurre por el interior de la laurisilva, donde el inquietante silencio apenas es roto por el canto de un pinzón y el enigmático ronquido de las palomas endémicas.
Tras pasar bajo un puente, el camino remonta el barranco rumbo a sus remotas profundidades en un terreno recubierto por la hojarasca que los alisios arrancan de las ramas. Escurridizo en los tramos de mayor pendiente, el sendero parte en dos un sotobosque por el que sería imposible pasar. Hasta que se llega a un plano en mitad de las barranqueras. Es el llamado Jardín de los Helechos, donde las espesuras de especies de esta clase de plantas supera en muchas zonas la altura de una persona. Sus nombres resultan tan misteriosos como el ambiente que crean: pírganos, pies de gallo, doradillas, culantrillos, píjaras, colchoneros… y así hasta más de 20 especies, la mayoría, por no decir la totalidad, endémicas de las islas atlánticas.
Un esfuerzo para maravillarse
Hasta aquí, la ruta más simple, desde donde se regresa al punto de partida por el mismo camino. Quienes quieren seguir adelante cruzan el inconfundible arco de piedra de la canalización de agua que cruza el barranco y alcanza, ya en empinada cuesta arriba, un cruce de caminos. Es la parte más cerrada de las espesuras de laurisilva, donde un pequeño poste señala que, a mano derecha, se sigue hasta el mirador de Somada Alta (782 metros de altura), punto desde donde se continúa, ya cuesta abajo, para alcanzar otro sendero, el PR LP 5.3. Poco después y junto a la carretera LP-103, un cartel indicador marca el regreso, de nuevo por el camino del interior del bosque, al punto de partida
Quienes no quieran recorrer este tramo de 3,2 kilómetros, que asciende un desnivel de 200 metros, cuando lleguen al poste deben optar por el ramal de la izquierda, que en sus primeros tramos discurre por el interior del bosque de helechos. Es la parte más inclinada de esta variante, con tramos con escalones empedrados que ayudan y dificultan al tiempo, pues es más sencillo superar los repechos con su ayuda, pero dificultan al ser muy resbaladizos por la humedad.
En el lateral del camino se abren verticales barranqueras que se pierden en el bosque. El camino no admite pérdidas. Ancho, sigue señalizado con las referidas marcas blanquiamarillas. En su final la pendiente se atenúa, hasta que se alcanza el referido cartel junto a la carretera LP-103, lugar en el que se retorna al punto de partida por el mismo camino. De regreso a la civilización y con las imágenes en la mente del mundo perdido de esos bosques primigenios, es hora de recuperar fuerzas. Hacerlo en la cercana localidad de San Andrés es la más recomendable de las opciones. Directos de la montaña a la mar y sus frutos. Alcanzarlos y disfrutarlos da para una nueva historia.
Guía práctica
- Dónde dormir: 'Hotel H10 Los Cancajos' une a la amplitud de sus servicios y zona de playas la proximidad al aeropuerto y su cercanía con Santa Cruz de La Palma.
- Dónde comer: 'Restaurante San Andrés' (Playa de San Andrés. San Andrés y Sauces. Tel. 922 45 17 25). De la mano de Nieves Marlén Pérez Jiménez, deslumbran en el municipio de San Andrés brotas, cabrillas, chernes, alfonsiños y viejas, constelación de pescados de nombres tan extraños en la península como irrepetibles sus sabores. 'Casa Asterio' (El Posito, 1. Puntallana. Tel. 922 43 01 11). Sentarse a la mesa de este restaurante de Puntallana es sumergirse en la gastronomía palmera. Quesos de la montaña, chicharrones con gofio, croquetas de proximidad, tequeños, ensaladillas de boniato, escaldones, picadillos y guisos de cabra y conejo son algunos de sus blasones.
- Acceso al Cubo de la Galga: desde Santa Cruz de la Palma, tomar la carretera general del Norte (LP-1) dirección a San Andrés y Sauces. Nada más pasar el túnel de El Cubo, a mano izquierda, se localiza el aparcamiento de El Cubo de la Galga, junto al Punto de Información del espacio natural y donde se inicia la ruta. Si no se dispone de vehículo particular, es posible acceder en guagua pública (L-100), que tiene parada junto al punto de inicio de la marcha
- Laurisilva: bosque subtropical húmedo exclusivo de la Macaronesia, región del Atlántico norte formada por los archipiélagos de Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde. Son los últimos restos de las enormes extensiones selváticas que ocupaban gran parte del hemisferio norte hace 20 millones de años y que desaparecieron con la llegada de las glaciaciones.
- Parque Natural de las Nieves: el Cubo de la Galga es uno de los espacios sobresalientes de este paraje natural de La Palma, el primero que fue declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco, en 1983. Cuenta con una red de senderos perfectamente señalizada y un Punto de Información Ambiental (Tel. 922 41 29 54, Ext. 3; infoambiental.elcubo@sodepal.es) en el inicio de las rutas más frecuentadas.
- Dificultades: la excursión descrita carece de dificultades, aunque exige un mínimo de forma física. Está especialmente recomendada como preparación para rutas más arduas y complicadas como la de los Nacientes de Marcos y Cordero, las cumbres de la Caldera de Taburente y las rutas del litoral norte de La Palma.
- Longitud y desnivel: el recorrido largo descrito tiene unos 12 kilómetros de longitud y salva 455 metros.
- Horario: a pesar de ser una ruta sencilla y no demasiado larga, se debe acometer a primera hora de la mañana, nunca más tarde de las 13:00 horas. El recorrido descrito no debe ocupar más de 3 horas, aunque a este horario hay que añadir las frecuentes paradas de este tipo de excursiones.
- Equipo: a pesar de su sencillez, es importante llevar algo de ropa de abrigo y una capa exterior que proteja de la alta humedad reinante y las posibles lluvias. Esta humedad hace que el suelo esté siempre mojado, por lo que es imprescindible llevar calzado de trekking, con suela de perfil marcado. Los bastones de trekking ayudan bastante en los pasajes más inclinados.
- Agua y comida: a pesar de la humedad, hay que llevar agua, pues no hay fuentes en la zona. Una cantimplora de un litro por persona es una medida aceptable. Respecto a la comida, una barrita energética y un puñado de frutos secos son suficientes para la ruta recomendada.