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Lugares para visitar en Madrid y dar la vuelta al mundo

El mundo está en Madrid

Actualizado: 26/05/2021

Fotografía: Marga Estebaranz

El eslogan más exitoso de las recientes elecciones de la comunidad madrileña incide en la reconocida identidad de su capital como destino abierto. La realidad supera ese hoy tan de moda "Madrid es España" y abarca los más variados rincones del mundo. Esta es una selección de lugares madrileños que reflejan a otros tantos destinos de España y del planeta entero. 
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1. Frontón Beti Jai: sucursal del País Vasco en Chamberí

Aparte de ser uno de los barrios más castizos de Madrid, Chamberí se distingue por acoger un edificio que debe considerarse de los más singulares de la capital: el frontón Beti Jai. El escenario de un deporte que a primera vista no parece tener nada que ver con nuestra ciudd. No fue así.

beti jai
Hace un par de años terminó la primera fase de rehabilitación del Beti Jai.

Todo empezó en 1891, cuando la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena instauró la costumbre de veranear en San Sebastián. La moda fue adoptada de inmediato por la aristocracia española que, de vuelta, se trajó muchas costumbres del País Vasco. Entre ellas la afición a los juegos de pelota. También la gastronomía vasca, siendo los restaurantes que abrieron sus puertas en los frontones construidos entonces, donde se sirvieron por primera vez en Madrid platos como las angulas y los txipirones, así escrito.

El juego de pelota se convirtió en la afición favorita de los madrileños. Tanta, que superó al teatro, la zarzuela e, incluso, las corridas de toros, los espectáculos más arraigados en el foro. En el Madrid de principios del siglo XX, el juego del frontón tuvo la misma popularidad que hoy tiene el fútbol. Convertida Madrid en la capital mundial de la pelota, en su territorio llegaron a coexistir 30 frontones. Pelotaris como Ábrego y Chiquito de Gallarta devinieron en personajes populares y alrededor de sus hazañas deportivas surgió un importante entramado de apuestas.

fachada beti jai
A finales del siglo XIX la pelota vasca aterrizó en la capital.

El más famoso de los frontones madrileños fue este Beti Jai, con justicia llamado el "Teatro Real de los frontones", tanto por su hermosa factura, como por sus extraordinarias dimensiones: 67 metros de largo. Bajo los auspicios del empresario guipuzcoano José Arana Elorza, fue obra del arquitecto Joaquín Rucoca, que también creó la plaza de toros de Málaga, el teatro Arriaga y el Ayuntamiento de Bilbao. Se inició su construcción en octubre de 1893. Con fachada neoclásica, elementos de estilo neomudéjar y un uso llamativo de la arquitectura del hierro, destaca su gradería semielíptica de cuatro pisos, capaz de albergar a 4.000 aficionados.

El Beti Jai funcionó hasta 1918, cuando en Madrid decayó la afición al frontón. A partir de aquel momento, el notable edificio tuvo usos tan diferentes como insospechados: comisaría, escenario de las pruebas de los ingenios de Leonardo Torres Quevedo, cárcel, lugar de ensayo de bandas de música, taller de coches y refugio de okupas. En 2015 concluyó el proceso de expropiación por el Ayuntamiento de Madrid, iniciándose una rehabilitación, cuya primera fase culminó en 2019. Finalizado el confinamiento por la pandemia, la corporación madrileña reabrió sus puertas, estableciendo un programa de visitas gratuitas.

El objetivo final es devolver al frontón una mayor utilidad social. No parece, sin embargo, que el Beti Jai vaya a hacer pronto honor a su nombre. En euskera significa "Siempre Fiesta" y, según se colige de las actuales normativas, el edificio carece de los requisitos imprescindibles para devolverle, sino su uso original, sí otros, como sede cultural por ejemplo. Dotárselos supondría variar elementos arquitectónicos originales, algo que impide su calificación como Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural. Una ecuación cuya solución se antoja más complicada que aquellas legendarias partidas que hace 125 años despertaron el ardor, la emoción y las encendidas apuestas de 4.000 espectadores cada día.

BETI JAI - Marqués de Riscal, 7. Madrid.
beti jai
Un rincón de Euskadi en pleno Chamberí.

2. Neocueva de Altamira: a la Cantabria prehistórica se va en metro

Con solo bajar unos peldaños vecinos a la plaza del Descubrimiento, se realiza una suerte de viaje al pasado, cuyo destino es el monumento más importante de Cantabria. O su precisa réplica. Situada en los jardines del Museo Arqueológico Nacional, la cueva de Altamira es destino imprescindible para conocer lo que se cocía hace 15.000 años en lo que hoy es España.

Con notable precisión, se reproducen algunas de las numerosas figuras de animales que los primitivos pintaron en el techo de la cueva descubierta en Santillana del Mar. Los mismos que están considerados la más extraordinaria muestra de arte paleolítico descubierta hasta la fecha. Esta razón fue el motivo principal de la construcción de esta neocueva en 1964. Sus orígenes están ligados a la pasión por la prehistoria de un matrimonio de arqueólogos alemanes, los Pietsch.

neocueva altamira
Los tableros de espejo facilitan contemplar las pinturas del techo de la estancia.

La pareja solicitó a finales de los pasados 50 un permiso para realizar una copia a tamaño natural de la Sala de los Policromos de la cueva de Altamira, con destino al Deutsches Museum de Munich. Las autoridades españolas accedieron a la petición con unas condiciones: no tocar las paredes de la cavidad bajo ningún pretexto y realizar una segunda copia que quedaría en nuestro país. Hecho el trato, durante dos años se realizaron las obras cuya conclusión ha llegado a nuestros días.

Ya bajo tierra, un didáctico vídeo pone en antecedentes de lo que sigue y cuenta la historia de Altamira y su descubrimiento en 1879 por Marcelino Sanz de Sautuola. La amplia estancia vecina es el hábitat madrileño que han escogido como residencia decenas de bisontes, ciervos y otros animales.

Junto con los trazos abstractos que les acompañan desde hace milenios, campan por la techumbre de la estancia. Igual que en la cueva original. No falta nada. Las figuras animales que se adaptan como un guante a los relieves y rugosidades de la roca, colores puros y elementales, trazos tan precisos como esquemáticos que determinan cuerpos, cabezas, cuernos y actitudes de unas criaturas que antaño poblaron Iberia.

neocueva altamira
La neocueva tiene que ver con la historia del matrimonio alemán Pietsch.

No hay que levantar la cabeza. Una mesa ocupa el centro de la habitación. Su tablero es un espejo que permite contemplar sin el menor esfuerzo tales maravillas. Varias pantallas integradas en el cristal dan detalles de tanta maravilla.

La visita de la neocueva se complementa estos días con la exposición temporal Arte Prehistórico de la roca al Museo, situada en las salas temporales del Museo Arqueológico Nacional. Conmemora el centenario de la primera exposición pionera a nivel mundial sobre arte prehistórico, que se celebró en España en 1921. Gracias a ella, el conocimiento de la primigenia manifestación humana salió de los reducidos círculos especializados, empapando a toda la sociedad.

Son parte importante de la muestra algunos de los lienzos que se realizaron exprofeso para el evento, en los que aparecen bisontes a la carga, manadas de ciervos, jabalíes que huyen y grupos de cazadores de arco y flecha. También se muestra el cartel original de aquella exposición, así como utensilios utilizados por los humanos de Altamira, tallas y restos de la fauna de entonces.

MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL - Serrano, 13. Madrid. Tel. 915 77 79 12.
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3. Palacio Longoria: Barcelona, o Bruselas, en un edificio de autor

Proliferan en Barcelona las casas, palacios, templos, parques y demás estructuras de este estilo, en la que está considerada capital del modernismo. No sucede lo mismo en Madrid, donde los edificios modernistas se cuentan con los dedos de la mano. Es por ello que, cuando se pasa ante la sede de la Sociedad General de Autores y Editores de la calle Fernando VI, a muchos les venga a la cabeza la Ciudad Condal.

palacio longoria
Uno de los rincones más modernistas de la ciudad.

El Palacio Longoria, que así se llama, se construyó por encargo del financiero Javier González Longoria al arquitecto barcelonés José Grases Riera, sin imponerle más condiciones que respondiera a los cánones del movimiento más rompedor de la arquitectura y la decoración del momento. El potentado lo había visto proliferar en sus viajes por Europa, sobre todo en Bruselas, razón por la que este edificio también nos remite a la capital belga.

jardin palacio longoria
El jardín por sí mismo merece una visita.

Grases fue autor del monumento a Alfonso XII de El Retiro y el palacio La Equitativa, tan de moda estos días, al haberse convertido en sede del último gran hotel de lujo abierto en la capital. Construido entre 1902 y 1904 en la confluencia de las calles Fernando VI y Pelayo, bajo los preceptos del modernismo expresionista, no despertó el menor reconocimiento de la sociedad madrileña, llegando a ser llamada la casa tarta.

Longoria quiso que el palacio albergara sus oficinas y su vivienda familiar, es decir que estamos ante uno de los antecesores del teletrabajo. La planta baja se reservó como espacio de trabajo, mientras el primer piso acogió el espacio para la vida íntima, siendo el escenario de las fastuosas fiestas que organizaban los Longoria.

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En el corazón del edificio está su parte más sobresaliente. Es la historiada escalera circular, rematada por una espectacular cúpula de vidrio emplomado que hace de lucernario, obra de la prestigiosa empresa francesa Maumejean. El otro elemento destacado del palacio es su jardín posterior, al que se abre una galería con columnas apalmeradas.

El palacete perteneció a Longoria hasta 1912, fecha en que pasó a manos de Florestán Aguilar, odontólogo de la monarquía española, quien siguió la tradición del primer propietario, instalando su lugar de trabajo en la primera planta y la vivienda en la segunda. Finalmente, en 1950 el palacio fue adquirido por la Sociedad General de Autores de España, cuya propiedad mantiene desde entonces, habiéndose acometido sucesivas y respetuosas restauraciones, que han permitido mantener el valor de tan singular edificio.

PALACIO LONGORIA - Fernando VI, 4. Madrid.
Maumejean firma la cúpula de vidrio.
Maumejean firma la cúpula de vidrio.

4. San Antonio de los Alemanes: la Capilla Sixtina madrileña

En la senda de la vuelta a la normalidad, el pasado 3 de mayo llegaba desde Roma la buena nueva de la reapertura de los Museos Vaticanos. Suceso importante en el mundo de la cultura, no hay que olvidar que reciben 8 millones de turistas al año, muchos de ellos españoles, siendo el segundo museo más visitado de Europa, después del Louvre. La mayor parte cruza las puertas de la muralla Norte atraídos por su obra cumbre, la Capilla Sixtina, cuyas paredes y techo fueron decorados por Miguel Ángel.

Más humilde, pero también más castiza y, sobre todo, con una historia más que curiosa, Madrid tiene su propia capilla sixtina. Se localiza a dos pasos de la Gran Vía, en San Antonio de los Alemanes, joya del barroco español. Las humildes dimensiones y el sencillo exterior de la iglesia, no lo hacen pensar a primera vista. Hay que cruzar las puertas para ver la luz.

Antes, unos apuntes de su historia. Lo primero, aclarar el origen de su nombre, porque el santo al que está consagrado el templo ni se llamó Antonio, ni era alemán; es más, tampoco nació en la localidad italiana de Padua. Fue bautizado como Fernando y vino al mundo en Lisboa, ciudad de la que es patrón. Tras tomar los hábitos franciscanos, emprendió un viaje evangelizador en el que recaló en Italia, consagrándose a la predicación. Murió joven en la localidad trasalpina que le otorgó apellido, siendo canonizado solo un año después de su muerte. Esta confusión en el nombre del místico no explica el segundo misterio de la iglesia, el porqué de su nombre actual.

san antonio de los alemanes
La verdadera historia de San Antonio de los Alemanes.

La iglesia fue levantada en el periodo en que los reinos de Portugal y Castilla estuvieron unidos bajo el mando de la Casa de Austria. Esto hizo que se asentaran en la capital madrileña muchos portugueses, quienes decidieron construir un templo para su propio culto. Así nació San Antonio de los Portugueses, que se adjuntó al Hospital de San Antonio de los Portugueses, creado en 1606 por Felipe III.

El templo mantuvo su nombre hasta la separación de España y Portugal en 1640. Felipe IV lo incorporó entonces a la Corona española, junto al Hospital, hasta que su esposa, la reina regente Mariana de Austria consiguió que su hijo, el rey Carlos II, le cediese el Real Patronato de la Iglesia, Casa y Hospital de San Antonio de los portugueses. Su procedencia le hizo cambiar el nombre por el de San Antonio de los Alemanes, dando albergue, comida y curación a los alemanes menesterosos instalados en Madrid y a los peregrinos que venían de los países germanos.

La situación de la iglesia en un chaflán, obligó a un cuidado diseño que incluye una de las escasas cúpulas ovaladas de España. La decoración interior de este elemento, que se prolonga por las paredes del templo es la razón del sobrenombre que remite a la obra de Miguel Ángel.

Son los frescos más impresionantes de las iglesias madrileñas. Los de la cúpula narran la Apoteosis de San Antonio. Fueron pintados por Juan Carreño de Miranda, quien añadió a su luminosa paleta abundantes dosis de esplendor, fantasía y movimiento. Francisco Rizzi se hizo cargo de los trampantojos de diferentes elementos arquitectónicos, como columnas y capiteles de los muros, mientras Lucas Jordán representó algunos de los abundantes milagros del santo. Enternece ver las deliciosas escenas de la mula arrodillada ante la Sagrada Hostia, los peces escuchando con gran atención la predica de San Antonio y como éste pega la pierna al chico que se la había cortado para no darle nunca más una patada a su madre.

Al contemplar el abigarrado conjunto no sorprende su calificativo de capilla sixtina madrileña. Más humilde que la romana sin duda, pero con una imbatible ventaja: los dos euros que vale la entrada, tarifa mucho más asequible que los 17 que cuesta la del Vaticano, con el añadido de que el importe se consagra a la obra de caridad del Hospital de San Antonio, que desde su fundación hace más de 400 años, no ha dejado ni un solo día de socorrer a pobres y necesitados.

SAN ANTONIO DE LOS ALEMANES - Puebla, 22. Madrid.
cupula san antonio de los alemanes
Quizá la cúpula más impresionantes de las iglesias madrileñas.

5. Oratorio de Nuestra Señora de Lourdes: la Gruta de la Virgen junto a la Castellana

Entre los numerosos milagros marianos hay uno especialmente señalado para los creyentes cristianos. Refiere las 18 apariciones que en 1858 hizo la Virgen María a una pastorcilla de 14 años llamada Bernardette Sobirós. Sucedieron en la gruta de Massavielle, a la orilla del río Gave y cerca de su pueblo, Lourdes, en las estribaciones occidentales de los Pirineos. Cuatro años más tarde, la Iglesia admitió tales apariciones, autorizándose la veneración de Nuestra Señora en el lugar.

Lourdes se convirtió en el primer destino mariano del mundo. Lo demuestra el que esta localidad sea el segundo destino por número de camas de Francia, solo por detrás de París. La imagen de la virgen, tal como la describió la joven: vestida de blanco, con una banda azul atada a la cintura y un velo blanco cubriéndole la cabeza, es icono universal que decora impensables objetos. Los más conocidos son las cantimploras con la figura de la Virgen, que los fieles llenan a miles con el agua de los caños del manantial que brotó al pie de la gruta de las apariciones.

oratorio lourdes
La "pequeña Lourdes" de Madrid.

Después de las apariciones, empezaron a sucederse las curaciones milagrosas. Hasta un mínimo de 70 milagros han sido certificados por las autoridades eclesiásticas. No puede calificarse como tal la presencia de una gruta idéntica a la de Massavielle junto al Paseo de la Castellana, pero así es. Las rugosidades de la piedra, la elevada oquedad que ilumina la Virgen con su presencia, las inexcusables flores frescas a sus pies. Solo faltan los musgos que brotan en las paredes de la cueva en Lourdes. No olvidemos la sequedad del clima de Madrid pero, sobre todo, que la gruta esté en el interior de un edificio.

El Oratorio de Nuestra Señora de Lourdes no se parece a ningún otro templo madrileño, pues la pared situada tras el altar mayor, en vez de tener un retablo o cualquier adorno eclesiástico al uso, está ocupada por una rigurosa reproducción de la Santa Gruta mariana. Oasis cristiano capitalino, sus fieles la conocen como la pequeña Lourdes.

Cuenta Jesús Conde, último rector del Oratorio, que el templo se abrió al culto, tal y como puede verse ahora, el 7 de enero de 1922, gracias al impulso de la condesa de Sierra Bella, que quiso hacer un oratorio para fomentar las peregrinaciones a Lourdes. En una esquina de la gruta y enmarcada en metal dorado, hay una piedra de la auténtica gruta de Massavielle. Su brillo denota la tradición que permite a los fieles besarla y tocarla.

ORATORIO DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES - Fortuny, 21. Madrid.
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6. Parque de Berlín: cumpleaños del Muro

Corría 1967 cuando en una de sus acciones para abrirse definitivamente al exterior el tardofranquismo decidió inaugurar un parque en uno de los nuevos barrios del Madrid de aquella época, caracterizado por entonces por una notable presencia alemana que tuvo su epicentro en el Colegio Alemán, cuya sede estaba en la calle de Concha Espina. Se llamaría Parque de Berlín, invitándose a su inauguración al entonces alcalde de la capital alemana, Willy Brandt.

Años más tarde, el 9 de noviembre de 1990, justo un año después de que los alemanes de manera tan espontánea como imparable decidieron saltarlo y hacer pedazos el Muro de Berlín, tres trozos del mismo fueron colocados en el epicentro del parque. Se cerraba de esta manera un curioso círculo. El llamado "Muro de la Vergüenza" y, oficialmente, Muro de Protección Antifascista, llegaba a un parque de la capital de un país gobernado por el que fue último régimen fascista de Europa.

parque de berlin
Tres fragmentos del Muro protagonizan el parque.

El próximo 30 de agosto, se cumple el 60º aniversario de la construcción del que fue considerado símbolo de la Guerra Fría. Los 45 kilómetros del Muro separaban Berlín Oeste de la capital de la extinta República Democrática Alemana, controlada por la Unión Soviética. Su destrucción marcó el fin de un periodo histórico y fue el inicio del fin del bloque comunista europeo.

Una parte del Muro cayó bajo los martillos y cortafríos de los que fueron llamados mauerspechte, los "carpinteros del Muro", berlineses de a pie que arrancaron innumerables pedazos, pero la mayor parte de la pared tuvo un fin muy distinto. Imbuidas por su conocido carácter práctico, las autoridades germanas, decidió sacar tajada y vendiéndolo a trozos por todo el mundo. Madrid adquirió tres paneles, que son los que lucen en el estanque central del parque. Por ellos pagó nueve millones de pesetas, 54.000 euros, cantidad nada desdeñable en la época.

oso parque berlin
El oso rampante, otro de los guiños a Alemania.

Cuenta una leyenda urbana madrileña que, poco antes de que el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, acudiera a la inauguración del monumento, un barrendero quiso borrar las pintadas que vinieron pegadas al muro desde Alemania, pensando que eran obra de algún gamberro madrileño. Por suerte no pudo con ellas. Décadas después el paso del tiempo las ha diluido un tanto, apareciendo en el lado contrario al de los grafitis históricos pintadas de reciente cuño.

El parque de Berlín es más bien pequeño, no alcanza las cinco hectáreas, pero da bastante de sí. Un interesante y variado conjunto de árboles sombrea sus diferentes espacios, entre los que hay un recorrido botánico, un auditorio, instalaciones deportivas, un circuito de footing y, por supuesto, varias terrazas en su entorno. Aparte del Muro, el parque tiene otras referencias germánicas. Una de ellas es el busto de Beethoven, situado sobre una piedra con hechuras de piano en uno de los altozanos. Otra es el oso rampante, idéntico al del escudo de Madrid, que se alza en un pedestal encima del estanque del Muro.

PARQUE DE BERLÍN - Avenida Ramón y Cajal, 2. Madrid.
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Hace más de 30 años de la Caída del Muro y las pintadas desvaídas lo testifican.

7. Catedral de Santa María Magdalena: Pascua ortodoxa en Hortaleza

Las reducidas dimensiones del templo no restan presencia a las brillantes cúpulas acebolladas, que llaman la atención desde muchos puntos del distrito de Hortaleza. Corresponden a la iglesia de Santa María Magdalena, inmaculado templo que hermana esta parte de la línea del horizonte madrileño con el de la capital moscovita.

santa maria magdalena
El templo ortodoxo madrileño por excelencia se encuentra en Hortaleza.

De estilo neobizantino, sus cinco cúpulas recubiertas con pan de oro y rematadas por sendas cruces, son la representación de Cristo y los cuatro evangelistas. En su conjunto, la iglesia guarda ciertas semejanzas con el templo más antiguo de Rusia, la catedral de Nuestra Señora de Nóvgorod.

Se construyó entre 2010 y 2013, como lugar de culto a los fieles cristianos ortodoxos vinculados al Patriarcado de Moscú, en el que se integran fieles rusos, ucranianos, moldavos, georgianos y, por supuesto, españoles. Sucedió a la larga ruptura de relaciones de más de cien años entre la Iglesia Ortodoxa Rusa y España, que duró hasta 2001.

santa maria magdalena hortaleza
Las torres doradas, ya emblemáticas en el barrio.

El interior es bastante más sencillo que los de otros templos de esta fe. Destacan las grandes lámparas colgantes, simulación de las lámparas visigóticas toledanas de Guarrazar. Abundantes iconos rodean la venerada imagen de Santa María Magdalena, que se trasladó a Argentina al romperse los vínculos con España y que ha regresado a Madrid al construirse la iglesia. A sus pies se sucede el habitual devenir de fieles encendiendo los característicos cirios tan delgados, mientras se escuchan oraciones en eslavo eclesiástico, lengua común a los pueblos del oriente europeo.

Más incluso que la Navidad, la Pascua es una de las celebraciones más importantes de esta fe. Se celebra entre los meses de abril y mayo. Es un momento especial en el que la Catedral de Santa María Magdalena recibe a innumerables fieles que participan en los ritos religiosos. También tiene lugar un animado mercadillo, donde es posible adquirir huevos decorados, dulces y otros artículos relacionados con las fechas. También tiene lugar la comida de Pascua. Esos días es habitual ver a los fieles ortodoxos que acuden al templo con bolsas llenas de viandas para su bendición.

En un edificio anexo al templo abre sus puertas la Casa Rusia, centro cultural empeñado en divulgar la cultura rusa. Todos los sábados a las cinco de la tarde se realizan visitas guiadas al templo, un buen momento para conocerlo si no se ha podido visitar en el tiempo de la Pascua.

IGLESIA DE SANTA MARÍA MAGDALENA - Gran Vía de Hortaleza, 48. Madrid.
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El interior del templo es más sencillo que la mayoría de templos ortodoxos.

8. Cabeza olmeca y pirámide azteca: México lindo de Vallecas a Barajas

Calles rectilíneas flanqueadas por talleres, cadenas de comida rápida, grandes superficies, niños jugando en amplias zonas verdes. Esta barriada podría estar en el extrarradio de cualquier gran urbe occidental. El despiste alcanza el clímax cuando alcanzas una rotonda rodeada de edificios de moderna factura. Entonces hay que hacer un esfuerzo para convencerte de que sigues en Madrid, muy cerca del casco histórico de Vallecas, y que no has llegado a México a través de un agujero abierto en el espacio-tiempo.

En el centro de la glorieta una zona empradizada rodea una singular escultura. Pirámide escalonada con la punta truncada, por sus lados desbordan pequeñas cataratas que vierten en el estanque que rodea al monumento. Encima, una gigantesca cabeza de dos metros de altura mira con fiereza al frente.

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La réplica de El Rey fue regalo del estado de Veracruz.

Regalo del estado mexicano de Veracruz, se colocó en 2007 en esta amplia glorieta. Se trata de una réplica de El Rey, la más espectacular de las 17 Colosales Cabezas olmecas del siglo II antes de nuestra, descubiertas en México. El original se conserva en el Museo de Antropología de Xalapa y la madrileña es hermana de otras réplicas distribuidas por Pekín, Chicago y Washington.

El país hermano americano tiene otra referencia inexcusable en la capital madrileña. Para verla hay que cambiar de distrito y acercarse al parque Juan Carlos I, junto al Campo de las Naciones. Se inauguró en 1992, con motivo de Madrid Capital Europea de la Cultura, y se integra en el conjunto de 19 esculturas abstractas al aire libre de grandes dimensiones. Esparcidas por este parque público, componen un recorrido artístico-didáctico.

No hay que dar demasiadas pistas para llegar hasta ella, pues sus dimensiones y hechuras la hacen visible desde cualquier parte del espacio verde. Es una enorme rosquilla encarnada erigida en la cumbre de un destacado túmulo del jardín, semejante a las grandes pirámides aztecas y mesoamericanas. Espacio México, obra de Andrés Casillas y Margarita García Cornejo es una donación de la ciudad de México al pueblo madrileño.

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El parque Juan Carlos I acoge Espacio México.

9. Templo de Debod: los mejores atardeceres de Madrid se ven desde Egipto

Se iniciaban los pasados 60 cuando el mundo occidental escuchó una llamada que llegaba de Egipto. La presa de Asuán, megaconstrucción que iba a traer el anhelado orden a las crecidas del Nilo, avanzaba a buen ritmo, pero el país debía pagar un alto precio por ello: la subida de las aguas sumergiría un importante número de monumentos faraonicos.

templo de debod
El ocaso en Debod, una estampa imperdible.

Bajo los auspicios de la Unesco, se puso en marcha una de las más destacadas misiones internacionales de la historia para salvar los templos de Nubia. Entre aquellos arqueólogos fueron algunos españoles. Concluido el rescate, Egipto decidió compensar a los países que más se significaron en la misión, con la entrega de diferentes monumentos: Estados Unidos, Italia, Países Bajos y España, a quien obsequió el Templo de Debod.

Salvado en 1962, Debod fue el primer monumento nubio rescatado de las aguas, debido a su proximidad con el Nilo. Llegó a España en 1970, desmontado piedra a piedra. Tras una ardua reconstrucción, que se prolongó dos años, fue inaugurado en la señalada fecha del 18 de julio de 1972. Desde el momento de su apertura, el emplazamiento del templo desató una importante polémica.

templo de debod
2.200 años de historia al alcance de la mano.

Durante un tiempo tuvo usos tan poco adecuados como escenario de representaciones teatrales, cine de verano y de anuncios publicitarios. El vandalismo, manifestado en inscripciones gravadas en las piedras, el exceso de visitantes, la contaminación urbana y, sobre todo, el clima de la capital, han deteriorado de forma notable el monumento en el casi medio siglo que lleva en la ciudad. Un estado que los científicos denuncian y recomiendan al Ayuntamiento de Madrid, la adopción de medidas para detener su degradación.

La pandemia ha dado un respiro al templo, al reducirse en extremo las visitas. Son gratuitas y hay lista de espera. Merece la pena guardarla para contemplar un monumento consagrado a Osiris, Isis y Orus que tiene una antigüedad de 2.200 años. Verlo recortado en el atardecer madrileño es uno de los espectáculos más evocadores de la ciudad.

TEMPLO DE DEBOD - Ferraz, 1. Madrid.

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