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En ruta con La Unión

"Nos planificamos para llegar a comer al km 124 de la A-3, a La Venta San José"

Actualizado: 26/10/2016

Poco antes de terminar su última gira, Rafa Sánchez y Luis Bolín nos cuentan cuál es el secreto para llevar tanto tiempo en la carretera y sobrevivir a lo que hace décadas eran viajes extenuantes y hoy son "una maravilla". Reconocen estar encantados de descubrir cada día lugares fantásticos, como la Plaza Mayor de Soria o el Castillo de Peralada, en Girona.
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Han cantado sobre hombres lobo en París, habitan en un lugar sin desiertos llamado Sildavia y, aunque los años no pasan en balde, nunca dejan de desear más y más. Ellos son Rafa Sánchez y Luis Bolín, integrantes de La Unión desde hace 32 años. Tienen un anecdotario casi tan amplio como su discografía y muchas ganas de seguir dando guerra.

Poco antes de terminar su última gira, que los ha llevado por México y muchas capitales de provincia españolas, nos cuentan cuál es el secreto para llevar tanto tiempo en la carretera. "La forma cambia, la esencia permanece", dicen Rafa y Luis, embarcados en la relectura de sus clásicos en clave dance, techno o chill out con los dos volúmenes de 'Hip.gnosis'. Su fórmula mágica se resume en algo tan simple pero difícil de mantener para grupos con una trayectoria como la suya: "Seguir pasándonoslo bien en el escenario".

¿Cuál es vuestro momento favorito de un concierto de La Unión?

R.S.: Cuando se apagan las luces es muy especial porque oyes rugir al público. Cuando das con el orden correcto de las canciones, cada momento tiene su razón de ser dentro del concierto. Si consigues que haya química con la gente, todo el concierto es un momentazo.

Un momento en el Teatro Compac. Foto: Rafa Abia.
Un momento en el Teatro Compac. Foto: Rafa Abia.

¿Cómo han cambiado vuestras giras?

R.S.: Ahora no conducimos nosotros, porque en todos estos años no nos hemos pegado ninguna y hay que hacer lo que haga falta para que esto siga así. Los presupuestos de grabación han cambiado mucho, con lo que antes se hacía un disco ahora se hacen diez o más. Los cachés también eran muy altos… Cuando empezamos, la infraestructura del rock and roll en España era muy cutre. De eso se pasó a escenarios y equipos estupendos. Ahora han vuelto a cambiar las tornas, todo se ha abaratado mucho y se ha hecho más democrático.

L.B. No sé cómo estamos vivos, la verdad. Las carreteras en los 80 eran para echarse a llorar. Bajar a Cádiz era un drama, tardabas casi diez horas en llegar. Salíamos a las 7 de la mañana y, como no queríamos pillar el tráfico diurno, muchas veces volvíamos después del concierto, sin dormir. Eso lo hemos hecho durante muchísimos años. Salíamos a las 3 de la mañana de Cádiz y llegábamos a Madrid a las 11 o las 12 en un estado lamentable. Ir a Galicia o Barcelona también era terrible. Ahora mismo, viajar de Coruña al País Vasco, cruzando toda Cantabria y Asturias, es espectacular, una auténtica maravilla. Somos pobres, pero tenemos carreteras.

¿Recordáis alguna anécdota de carretera en especial?

R.S.: No soy muy nostálgico y creo que ya estoy con un poco de alzheimer, no me acuerdo de casi nada (ríe). Hay un montón de sitios en los que he tocado y es como si llegara por primera vez. El hecho en sí de girar es siempre divertido. Espera, sí recuerdo una: un fan de un pueblo recóndito que se puso nervioso y me dijo: "Perdona que te disculpe, soy tu ídolo desde pequeño". Y se quedó tan ancho.

L.B.: Yo me acuerdo de unas cuantas. En el año 93 íbamos a Orense en una autocaravana, era la segunda vez que la cogíamos y era un poco de prueba. En el kilómetro 93 se quedó parado el artefacto ese y tuvimos que andar durante dos o tres kilómetros para llegar a la gasolinera más cercana, hacer una llamada y que viniera un coche a recogernos a tres de nosotros e irnos por delante para ir avanzando. Luego llegó un autobús para llevarse a los que faltaban y todo el equipo. Hicimos el concierto de milagro y, justo cuando acabó, se abrió el cielo y cayó una tromba de agua impresionante.

Los integrantes de la Unión, en Antequera. Foto: La Unión.
Los integrantes de la Unión, en Antequera. Foto: La Unión.

Con tanto viaje, seguro que habéis descubierto parajes increíbles de la geografía española...

L.B.: Nos pasa constantemente. España está llena de lugares fantásticos… Este verano hemos tenido la suerte de tocar en el Castillo de Peralada, en Girona, un sitio espectacular. Hace unos días tocamos en la Plaza Mayor de Soria, que tiene mucho encanto y también hemos estado hace poco en Plasencia, en Cáceres, Logroño… A mí es que me encanta este país.

R.S.: Normalmente, en las giras vas con el tiempo muy justo y te permiten hacer muy poco turismo. Lo bueno del rock and roll es que eres superbien recibido allá donde vas. Es la manera ideal de viajar, siempre hay gente esperándote que te enseña la ciudad de una manera distinta.

Algunos productos locales en la Venta San José. Foto: Venta San José.
Algunos productos locales en la Venta San José. Foto: Venta San José.

¿Tenéis algún restaurante de esos de repetir una y otra vez?

R.S.: Me gusta variar mucho, si como fuera de casa me gusta comer cosas exóticas tipo japonés o tailandés. Nuestros favoritos son dos restaurantes de carretera. Después de tantos años, comer en la carretera puede ser incluso un drama, por eso tenemos hitos en el camino como el km 124 de la carretera de Valencia, 'La Venta San José', cerca de Cuenca. Ya planificamos todo, hora de salida y demás, para comer allí. En la de Burgos hay otro que está muy bien, en el 'Área de servicio de Boceguillas' (km. 115).

L.B.: Además de esos, en Barcelona hay varios que me encantan. Hay un sitio que se llama 'Cornelia and Co.', que tiene también tienda, en el que me gusta casi todo lo que tienen, especialmente las tapas. Casi cualquier restaurante de los que hay en los pueblos de Galicia puede ser un descubrimiento.

¿Os va el rollo gourmet o el guiso de toda la vida?

R.S.: Un sitio especial nunca está de más. Pero en las giras vamos muy en familia, vamos con nuestros técnicos y solemos ir a sitios en los que no corremos peligro de salir con un agujero en el bolsillo. Buscamos menús buenos y económicos.

L.B.: Si vamos tres en acústico nos cuidamos un poco más, pero si vamos con todo el equipo hacemos una ruta más de currantes, que al fin y al cabo es lo que somos. A mí me gusta tener en cuenta la calidad y la sencillez, más que la corriente de alta cocina moderna, que tiene su historia pero no es para mí.

Ahora son más sibaritas con los hoteles. Foto: La Unión.
Ahora son más sibaritas con los hoteles. Foto: La Unión.

Y en la elección de los hoteles, ¿sois sibaritas?

R.S.: Ahí no puedes jugártela, no puedes ir a la Pensión Rosita porque todo se vuelve muy deprimente. El hotel tiene que ser mínimo de cuatro estrellas. Cadenas como NH o AC han revolucionado la hostelería en todo el país, porque lo que había antes de eso solía ser muy casposo, muy cutre. Estas cadenas nuevas han modernizado el panorama y la habitación tipo está muy bien.

Os habéis codeado con la flor y nata de la música española, ¿con quién os iríais de ruta gastronómica?

R.S.: Hay muchos músicos supergourmet, de estos que van comprando productos allá donde van. Con Miguel Bosé no me iría a un restaurante o a un viaje gastronómico, me iría a su casa a que me hiciera la comida, que se le da de puta madre.

Por último, ¿cuál es el secreto para estar ahí durante más de treinta años?

R.S.: Fundamentalmente que nos encanta. Nos tenemos por unos afortunados por haber podido vivir de la música durante estos 32 años. Si estás contento con lo que haces y lo cuidas es uno de los mayores regalos que te puede hacer la vida.

L.B.: No tengo ni idea, la verdad. Bueno sí, buscar cosas que te motiven. Después de haber estado 20 años haciendo discos casi cada año y medio, en esta segunda etapa hemos grabado 27 canciones de la historia del grupo para darles una nueva vida. También estamos colaborando con otros músicos, que eso siempre da nuevos impulsos. Hemos intentado mantenernos fieles a la esencia de la música, a lo que escuchábamos cuando éramos adolescentes y aún hoy nos inspira para seguir

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