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Somera, Artekale, Tendería, Belostikale, Carnicería Vieja, Barrenkale y Barrenkale Barrena son principales vías que dan al casco viejo de Bilbao el sobrenombre de las Siete Calles. Caminar por el meollo de la ciudad implica contemplar la Catedral de Santiago, curiosear en el maravilloso Mercado de la Ribera, comprar algún regalo especial en una de sus tiendas centenarias y, por supuesto, comer bien a cualquier hora.
Justo en la Plaza Nueva, otra parada interesante de corte neoclásico, se encuentran, para algunos, los mejores pintxos de Bilbao en la barra de ‘Gure Toki’, así que conviene parar y pedirse el cangrejo con tempura. De postre, también muy cerca de la Plaza Nueva refrescan el paseo los helados de ‘Gelati Gelati’ pero quien prefiera un cupcake antes de continuar, puede caminar tres minutos hasta ‘El Tilo de Mami Lou’, justo enfrente del Teatro Arriaga.
Además de helados y cupcakes, la oferta dulce del Casco Viejo va más allá, con las creaciones hindús portuguesas o marroquíes de ‘Charamel’ o los pasteles veganos de ‘Bohemian Lane’ (aquí acordaos de pedir la palmera de chocolate). El ‘Bar Loren’, abierto en 1971, y el ‘Baster’, donde hay que pedir vermut y ensaladilla bolchevique, dejan alto el listón de las tortillas de patata de la zona, como hace ‘Basaras’ con los vinos.
Aún sin salir de las inmediaciones de la Plaza Nueva, en pleno centro de Bilbao, hay un sitio donde “se guisa”, perfecto para sentarse a comer tras la andadura puro recetario tradicional en cazuelas de barro alienadas sobre el mostrador, ese sitio es ‘Rotterdam’. Y para comer algo rápido pero muy rico: quesadillas y gringas en ‘Surfin’ Tacos’ y las hamburguesas y bocadillos para carnívoros de ‘Tipula’.
Cruzamos el Nervión por el Puente de la Merced y ya estamos en Abando. La Plaza Circular marca el inicio de la Gran Vía bilbaína y muy cerca nos espera el ‘Ambigú’, con su influencia sudamericana. En ‘Hambueyseria Amaren’ te pican en la mesa la carne de buey y vaca, y la sirven en varios tipos de panes. A dos minutos, los helados y batidos de ‘Alaska’ llevan endulzando los días de los bilbaínos desde 1952.
Siguiendo el curso del río podemos parar en ‘La Roca’ a merendar un sandwich argentino, en el ‘Sacacorchos’ nos espera Óscar Vila, maître durante años del restaurante ‘Zortziko’ (2 Soles Guía Repsol). En ‘Mugarra’, también por la zona, sigue abundando el producto de mar en su propuesta pero tampoco faltan ya los platos de carne. Además, cuenta con una tienda para que te puedas llevar alguno de sus productos a casa, una de las mejores maneras de alargar la experiencia culinaria.
Así, de Solete en Solete llegamos al norte del distrito, donde nos observa el verdadero emblema de la ciudad: el Museo Guggenheim de arte moderno. Tan solo sus líneas sinuosas y plateadas diseñadas por el arquitecto Frank O. Gehry; Maman, la gran escultura con forma de araña creada por Louise Bourgeois y Puppy, el enorme perro floral de Jeff Koons dan para un rato. En la ‘Terraza del Gran Hotel Domaine’ se puede ver el museo desde otra perspectiva y para reponer fuerzas, está muy cerca el ‘Coppola’, con sus pizzas de estilo mitad romano, mitad napolitano.
Hay pocas zonas en las que se pueda elegir entre diferentes pizzas artesanas y esta es una. En ‘Casa Leotta’ el papel principal lo tiene la pinsa, con una masa que mezcla harinas de trigo, soja y arroz. Si el día está nublado puede apetecer más un buen ramen, en ‘Oh! Taku’ lo prepara el equipo de ‘Kuma’ (1 Sol Guía Repsol) líquido, reposado, cremoso o seco mazesoba, tú eliges. Las opciones para viajar a través del paladar son múltiples por aquí pero quien se quiera quedar en Bilbao en todos los sentidos puede pedir unos pintxos en ‘Txintxirri’. Y para escoger entre varios tipos de cerveza, suena un nombre claro: ‘Singular’.
Después de recorrer el Casco Viejo y subir hasta el Guggenheim, visitar el Parque de Doña Casilda de Iturrizar también es un buen plan para terminar la jornada en Bilbao. Los bilbaínos también llaman a este pulmón verde de la ciudad “el parque de los patos” desde que fue diseñado por Ricardo Bastida con un marcado estilo romántico. Sus fuentes, monumentos y el Museo de Bellas Artes muy cercano colocan un broche cultural perfecto a este día por Bilbao. Después, toca poner el broche gustativo.
Tras salir con algo de nostalgia del parque y siguiendo una especie de ruta circular, acabamos por ejemplo en, ‘El Puertito de García Rivero’, que da un toque de distinción con sus otras de diferentes orígenes para elegir. Sin salir de Indautxu (barrio que forma parte de Abando) se puede escoger entre la barra clásica de ‘Mugi’ o la extensa variedad de vinos en ‘Cork’, o también se puede no elegir y pasar por los dos. Llegados a este punto habrá quien se quede en el ‘Hotel Ercilla’ e incluso acabe durmiendo allí tras tomar algo en su terraza. Pero también habrá quien siga de vuelta hasta la Plaza Circular.
Continuando el terraceo, ‘La Terraza de Yandiola’ ofrece la faceta más informal del restaurante homónimo (1 Sol Guía Repsol) y siguiendo con el tapeo, ‘La Taberna del Zarate’ está especializada en tortilla y pintxos sobre pan. Muy cerca, también se pueden probar buenos ceviches y tiraditos en ‘Cevitxef’, un restaurante bilbaíno de inspiración peruana. Ya finaliza la jornada y para hacer felices a tus familiares más golosos, aquí va la última pista: en ‘Don Manuel’ puedes comprar dulces icónicos de la villa como carolinas (cono de merengue sobre tartaleta de holajdre) y bollos de mantequilla para llevar a casa y hacer la vuelta algo menos amarga.