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Sumergirse en el otoño: Hotel ‘Encís d’Empordà’ (Casavells, Girona)

Contemplar la caída de las hojas al abrigo de la chimenea

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Actualizado: 21/10/2021

Fotografía: Manu Mitru

'Encís d'Empordà' es un exclusivo hotel para adultos donde todo se confabula para relajarse y disfrutar de un tiempo en pareja. Ubicado en el municipio de Casavells (Girona), a sus clientes les esperan amplias habitaciones con chimenea, un jardín con rincones discretos y la magia de una masía del siglo XVII.

En el Empordà los árboles pierden hojas, las playas pierden guiris y la atmósfera se impregna de recogimiento e intimidad. En esta tierra privilegiada, nacida del amor de un pastor y una sirena -o eso dice el poema-, la magia del otoño aún es posible. Uno puede conducir por carreteras casi desiertas, atravesar pueblos de origen medieval y contemplar desde el volante tractores cosechando el último cereal del año. Todo se tiñe de pardo y el sol, cada vez más holgazán, regala dorados y sienas. Al salir de la autopista que llega a Francia, el estrés se diluye como el verano se está diluyendo: tranquilo, pausado.

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Vamos camino del hotel 'Encís d'Empordà', un alojamiento exclusivo para adultos situado en el centro del Pla de l’Empordà, la enorme llanura limitada por el Montgrí, al sur, y l’Albera, al norte. Esta planicie es el tuétano de una comarca tocada por la varita de artistas, intelectuales, poetas, agricultores y pescadores. Quizá por eso nos gusta tanto, porque aquí se dan la mano lo primigenio y lo más inspirador.

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'Encís d’Empordà' es un hotel inspirado. Se encuentra en una sólida e imponente masía del siglo XVII cuya fachada, cubierta de viña virgen, cambia de color con las estaciones, pronto será del color del cobre viejo, caerán las hojas y quedará la piedra desnuda.

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La masía que inspiró el arte

Ahí nos recibe Jordi, exurbanita, exfísico, exingeniero electrónico. Él compró este edificio -ubicado en Casavells (Girona)- a Josep Niebla, el célebre pintor, quien lo usó de estudio durante sus años más fructíferos, aquellos en los que se dedicó a capturar el mar en lienzos.

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Jordi, enamorado del legado de Niebla, presume de uno de esos mares en el salón, una amplia y confortable sala de planta que articula los espacios. “En los siete años que llevamos aquí, la vez que he encontrado más gente en estos sofás fueron dos parejas”, comenta.

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La sensación es que uno está en la sala magna de una edificación medieval y efectivamente es así. El salón dispone de dos mullidos sofás, una mesa de centro y una surtida biblioteca. Desde ahí se accede al comedor de los desayunos, que se ofrecen en tres versiones.

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La dulce, con ensalada de frutas, piezas de bollería francesa y mermeladas del Museo de la Confitura; la salada, compuesta de una tabla de embutidos con bull blanco y negro, longaniza, lomo embuchado, queso de Croçà -un pueblo cercano- y buen pan y tomate para sucar (mojar) y, por último, la caliente, con tres huevos fritos o revueltos, salchichas con tomate y bacon. Todas incluyen cafés y zumos naturales. También desde el salón se ingresa a una de las siete habitaciones y se llega a la escalera que asciende a las cinco estancias del piso superior.

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Habitaciones con personalidad propia

Consciente del espacio que maneja, Jordi no se conforma con asignar un número a cada habitación. Este es un hotel con historia o, mejor, con historias. Cada una de las habitaciones cuenta la vida de un personaje: del fastuoso heredero de la masía, hecho al lujo y a la amplitud; de una ecléctica artista de los años 70 influenciada por el pop art y Rothko, ávida de luz; de un marinero que ha viajado por todo el mundo y aún sueña con regresar a bordo; de la pubilla, la mayor de las hijas del caserón, que se pirra por el glamour retro de CinneCittà; de un indiano y de un viajero que, después de recorrer el globo, fueron embelesados por las vistas del Pla d’Empordà.

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Y luego está la habitación del poeta, situada aparte, en el evocador jardín que invita a escribir los mejores versos. Las siete estancias cuentan con magníficas vistas y chimenea, cuyas llamas iluminarán caricias y relatos secretos. Seis de ellas disponen de amplias bañeras de fundición y tres se abren a terrazas privadas de las que es imposible escapar.

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En catalán encís significa hechizo. Es sencillo caer rendido al embrujo que procura la intimidad de los espacios, la discreción y hospitalidad de Jordi y la cálida luz que emana de las chimeneas, mientras afuera oscurece y el otoño perfuma el Empordà de mar y bosque.

HOTEL 'ENCÍS D'EMPORDÀ'- Sant Genís, 13. Casavells, Girona. Tel. 646 09 80 09.
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