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Quién pillara la normalidad, especialmente de cara al anhelado verano, ¿verdad? Pero la realidad es que este año, como mucho, nos vamos a tener que conformar con esa "nueva normalidad" de la que todo el mundo habla. O sea, que en los próximos meses, ni aglomeraciones, ni muchedumbres.
Tampoco en vacaciones, c’est la vie! Y aunque, lógicamente, todo va a depender de cómo se vayan sucediendo las distintas fases de la desescalada, lo que sí parece claro es que, sea como sea, una buena idea para quien quiera/pueda escaparse unos días va a ser alejarse del mundanal ruido (y del gentío, por supuesto). Si esa escapada tiene que ser dentro de la provincia o no, la desescalada lo dirá.
Por eso, como seguramente son muchos los que ya están pensando en qué alternativas vacacionales hay para poder desconectar unos días de la city pero evitando masificaciones, sin ánimo de ser exhaustivos, te damos algunas ideas sobre tipos de alojamientos situados en entornos naturales, alejados de la multitud y, en algunos casos, hasta ecosostenibles (por aquello de respetar el entorno, por los materiales empleados, por la gestión de los residuos...). Porque otra clase de alojamiento es posible, sí, y, en tiempos de covid-19, hasta necesario.
Con dichas premisas, podemos encontrar una amplísima variedad de este tipo de residencias vacacionales alternativas a lo largo y ancho de la geografía española, y con todas las comodidades que te puedas imaginar, ya sea para irte solo, en pareja o con la troupe familiar. Y es que el hecho de no ir a un hotel no tiene por qué implicar renunciar al confort.
Y, ¿de qué tipo de alojamientos estamos hablando? Entre ellos, uno de los que nos resultan más familiares son, por ejemplo, las acogedoras cabañas de toda la vida. Las hay de madera, de piedra, de paja y materiales varios, de una o más plantas y con las más variopintas localizaciones. Están en fincas, en pueblos o algunas, incluso, un poco en mitad de la nada, lo que nos permitirá que la desconexión sea total. Más bucólico, imposible. Un concepto similar, aunque más típicamente turístico, es el de los bungalós, en este caso, ubicados generalmente en lugares vacacionales, como los campings o áreas del estilo.
Al tener diversas estancias distribuidas en una única planta, suelen resultar bastante cómodos y funcionales. Y de madera, pero de altos vuelos –literalmente–, son las casas de los árboles. Se trata, tal cual, de una suerte de cabañas construidas nada menos que a varios metros del suelo. Un poco como las de las películas, pero sin faltarles ni un solo detalle para que la estancia resulte de lo más confortable. Colocadas entre o sobre los árboles y en mitad del bosque de turno, suelen ser sinónimo de aislamiento, relax, chute de naturaleza en vena y, por supuesto, buenas pero que muy buenas vistas.
Otra alternativa por la que es posible decantarse son las tiendas en sentido amplio, que también tienen su lugar en lo que se conoce desde hace tiempo como glamping (o sea, unión de "glamour" + "camping", o lo que viene siendo irse de camping, pero con estilo y comodidades a tutiplén, para entendernos). Así que hablamos de tiendas, pero muy top. Las opciones en este sentido son también diversas. Encontramos, por ejemplo, bonitos parajes de la geografía española en los que podemos alojarnos en una gigantesca tienda safari, al estilo de las de la sabana africana. Hechas con lona y madera, tienen porche, cocina, una o más habitaciones, camas y toda clase de facilidades.
En algún que otro lugar, por su parte, existe la posibilidad de pernoctar en tipis, las icónicas tiendas en las que vivían los indios americanos. Esta nueva y mejorada versión se presenta con un interior amplio (aunque generalmente algo más reducido que el de las safari), provisto de una cama y, en función de los casos, algunos otros enseres. Otra modalidad es la de las jaimas, inspiradas en las de los pueblos nómadas del norte de África. En versión deluxe (con su cama XL, cocina, baño…), son generosas en espacio y suelen tener una ambientación colorida y con un punto exótico, en un claro guiño a sus orígenes.
En una línea parecida están las 'yurtas', unos alojamientos de origen mongol, presentes en distintos puntos de nuestro país. Tienen forma circular, estructura de madera y están cubiertas de lonas impermeables. Más o menos rústicas según el caso, en su holgado interior hay lugar más que de sobra para una o varias camas y demás mobiliario con el que poder disfrutar de la naturaleza, sin tener que renunciar a esa comodidad que a todos nos gusta.
El mundo tendero en general da, pues, para mucho, pero hay más alternativas ahí fuera. De hecho, si a ti también te llama la atención eso de escaparte al campo, pero buscas algo más sofisticado, puede que lo tuyo sean las 'burbujas' o los domos. Aunque hay algunas diferencias entre unas y otros, en esencia, son una especie de habitaciones con forma semiesférica (las primeras) o de cúpula poliédrica (los segundos), a veces ubicadas en algún recóndito lugar y, frecuentemente, transparentes o semitransparentes. Y esto para que, además de gozar de la naturaleza en estado puro, puedas contemplar el paisaje y las estrellas sin tener que levantarte de la cama.
Si hablamos de alojamientos sostenibles, no podemos olvidarnos de aquellos que se construyen reutilizando algo ya existente para otros menesteres, como es el caso de los contenedores (por ejemplo, los de mercancías, los marítimos…).
Dicho así, eso de "contenedor" no suena muy apetecible, es cierto. Sin embargo, sorprende ver las múltiples posibilidades arquitectónicas, de diseño y de ubicación que ofrecen en el sector hotelero de un tiempo a esta parte. Algunos, incluso, de auténtico lujo. Por ahora, no abundan en España, pero algunos existen, así que te sugerimos tenerlos también en cuenta a la hora de buscar.
Y no podíamos acabar sin mencionar la siempre –y más ahora– sugerente opción de llevarnos, directamente, la casa sobre ruedas. En tiempos como estos, huelga decir que las caravanas y autocaravanas se perfilan como una de las posibilidades más a valorar. Si no tienes, la puedes alquilar –hay diferentes empresas dedicadas a ello– y, una vez a bordo, tirar millas (siempre y cuando la fase de la desescalada lo permita, claro está), en busca de algún área autorizada en la que echar el freno para disfrutar del paisaje y la tranquilidad al aire libre.