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El olor a embutido y tradiciones de la dehesa invade al que atraviesa la puerta de la 'Tienda & Tapas' de Nico Jiménez y trastoca el olfato hasta dejarlo a uno salivando con unas ganas de ponerse a comer jamón como si fueran pipas, a ser posible, con un buen vino. Y una vez dislocado el gusto, la vista pide paso en este auténtico museo de productos extremeños y paredes cubiertas de fotos que se hace Nico Jiménez con todos –o casi todos– los famosos que lo visitan.
Convertido en un referente del embutido de calidad en Mérida, no hay quien se pase por aquí sin saludarlo, degustar su jamón o cualquier otro producto extremeño de primera y descansar un rato, (y no siempre en este orden). Tanto es así, que las paredes reflejan la visita de los Reyes de España, algunos pilotos de Repsol como Marc Márquez, el tenista Rafa Nadal y actores de todas partes del mundo, entre otros muchos personajes. Todos posan sonrientes con el protagonista indiscutible de todo este sarao: Nico Jiménez.
Aunque montó este negocio hace apenas cinco años, Jiménez lleva trabajando en el mundo de la hostelería y del embutido desde que tenía 14, que fue cuando empezó a cortar cecina a cuchillo en un pueblito de León, Boñar. "Me decían que no tocara la cecina, que la iba a estropear", recuerda hoy riéndose. Si entonces echaba esa carne a perder, seguramente fueron pocas veces, porque después de cinco minutos escuchándole uno sabe que es de esas personas que no se rinden, en constante movimiento –viene de montar su carpa en el Festival Gastrosensaciones que se celebra en Mérida–, y que le ponen tanto tesón a todo lo que hace que es imposible fallar el objetivo.
A los 17 empezó a cortar jamón. "Con 16 años me vine a Mérida y monté un bar con mi madre, ella en la cocina y yo en la barra. Entonces se cortaba jamón serrano", recuerda. "Luego empecé a hacer bocadillos a los mecánicos del taller que tenía enfrente del bar. Y con 17 años, el director del negocio me dijo que se casaba una hija y que quería que fuera yo a cortarle el jamón, que había comprado dos ibéricos. Yo no sabía lo que se cobraba por eso ni nada, pero me dio 5.000 pesetas entonces y mi madre me daba 1.000 para salir el fin de semana. Y pensé: '¡Esto interesa!'", cuenta a carcajada limpia.
Así empezó y ahora tiene esta bodega muy cercana al Museo y el Teatro Romano, donde ha fusionado "el concepto de poder tapear y después poder comprar" el producto que se ha degustado, como ya han hecho otros; un restaurante en la misma calle del Museo, abierto hace un año; otra tienda en la calle Diego Muñoz Torrero; y, además, su tienda online disponible las 24 horas.
En su web, tiene una foto posando en Bervely Hills con la bandera de Extremadura y un jamón ibérico. Le llaman, y con razón, el embajador del jamón ibérico extremeño. Y es que Nico Jiménez no solo viaja con sus jamones, sino que los tiene siempre en la mente y en las palabras. Se ha recorrido casi todo el mundo –Europa, Asia, América– explicando y enseñando el arte de cortar bien un buen jamón. Eso sin contar las veces que ha hecho su trabajo en España: "He tenido la oportunidad de cortar en la Casa Real en varias ocasiones, a la selección española de fútbol en el Mundial de 2010, en los teatros mas importantes del mundo, en congresos de todo tipo…".
A su trabajo de maestro cortador, se suman sus cursos y conferencias. "Doy clase en cinco escuelas de hostelería de Portugal, luego estoy en la Escuela Hattori en Tokio, a la que va Ferran Adrià". Se refiere, orgulloso pero humilde al mismo tiempo, a la prestigiosa Escuela de Cocina y Nutrición japonesa, que tiene como referente a chefs de la talla de Adrià, donde el cocinero ha llegado a impartir talleres. Jiménez acude a enseñar su maestría y fue aquí donde consiguió uno de sus récords Guinnes, cortando la loncha de jamón más larga del mundo. El primero lo batió en 2009 y desde entonces ha acumulado cinco récords mundiales: cuatro a la loncha más larga y uno al plato de jamón más grande, que consiguió junto a otros cortadores.
Pero ya antes, en 2002, había conseguido el Cuchillo de Oro, y desde entonces no han dejado de lloverle los reconocimientos en casa y fuera de nuestras fronteras. Y aunque ahora parece todo caído del cielo, él recuerda que se lo ha ganado a pulso. Lo suyo ha sido un trabajo continuo y prologando en el tiempo. "Esto no ha llegado de la noche a la mañana, ha sido una lucha constante durante 20 años", asegura.
Y a todo este trabajo, Nico Jiménez le suma su compromiso con otras cosas que también le importan: "Enseño a cortar jamón a ciegos con un cuchillo especialmente diseñado por mí para que no se corten, a mujeres que han sufrido violencia de género y a sordos... La idea es que puedan encontrar trabajo y ganarse la vida", cuenta como si le resultara muy fácil compaginar todo esto con la cantidad de compromisos de sus negocios. Pero él lo tiene claro: "A veces haces cosas que te hacen sentir bien sin necesidad de cobrar dinero, porque si todos hiciéramos un poquito, los chavales estarían mejor".
Este verano, el maestro cortador volvió a encargarse del jamón ibérico en la fiesta de inauguración del Festival de Teatro Clásico. Algo que hizo durante muchos años, que el pasado no pudo hacer, pero que ha retomado en esta edición con mucha ilusión. Cortar jamón en Mérida a él le sigue llenando de orgullo y a los que tienen el privilegio de probarlo, de sabor.