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Mucho antes de que Marbella se convirtiera en destino turístico, la 'Churrería Ramón' ya estaba en la plaza de los Naranjos. Lo que empezó en 1941 en una cochera justo al lado de la Ermita de Santiago, el templo religioso más antiguo de la ciudad, se convirtió con el paso de los años en lugar de referencia para todo aquel que visitara el casco antiguo de Marbella.
"Aquí hacemos los churros con mucho amor", asegura David Navas, nieto del fundador y encargado del negocio. "Y con mucho arte", puntualiza Antonio Galván, otro de los churreros, entre risas, mientras David asegura que no tienen ningún otro secreto. "La receta y la masa es la misma que se utiliza en otros sitios de España. Pero para que salga un churro fino es fundamental la temperatura del aceite y renovarlo constantemente, la boquilla de la maquina de los churros también es muy importante y el batido de la masa. Son muchas pequeñas cosas para cogerle el punto".
Viendo cómo maneja los palillos para darle forma a la masa y conseguir unas ruedas huecas, crujientes y doradas parece sencillo esto de hacer churros, pero nos confiesa que son necesarios años de práctica para conseguirlo. "Aquí cada vez que se abre un saco de harina nuevo, la receta de la masa cambia porque cada harina chupa más o menos agua, así que con cada saco hay que modificar la receta hasta encontrar el punto exacto otra vez".
Sus antepasados vendían roscos, turrón o almendras garrapiñadas. Todo por la gente del pueblo. Una foto en blanco y negro colgada en la pared da fe de cómo los hacía su abuela, en la puerta de este establecimiento, junto a su marido Ramón. "Antiguamente se hacían los churros con una jeringa, esa era la manera tradicional de hacerlos en toda España en aquella época. De ahí viene que en el sur llamemos tejeringos a las porras".
Fue su padre el que cambió el modelo de negocio en el año 75, centrándose en los churros con chocolate y los zumos de naranja. En ese momento, Marbella dejaba de ser exclusivamente un pueblo de pescadores y cada vez más turistas paseaban por sus calles, poco a poco este lugar del mundo se convertiría en un referente turístico.
De la misma forma, la manera de hacer los churros también fue evolucionando. Primero, con la máquina manual que necesitaba dos personas para que una diera vueltas a la manivela; y hace ya unos 20 años, con la máquina automática. "Mucho más sencillo", reconoce David que prácticamente los desayuna todos los días de su vida.
¿Y qué prefiere la gente? ¿Churros o porras? "Depende sobre todo del lugar que vengan. A los italianos les encantan porque tienen un dulce muy parecido y a los árabes también; de hecho, el churro es un dulce árabe que ellos dejaron en España. Nosotros nos creemos que es de aquí pero fueron ellos los que lo trajeron", puntualiza David mientras con los palillos mueve la masa en el aceite hirviendo. "Nosotros lo que más vendemos son ruedas. La masa es más fina y son más ligeros para el estomago". Con una rueda pueden comer cuatro o cinco personas por 10 euros, la media cuesta 5 y una ración, 3 €.
Hoy, a pesar de que acaba de lloviznar, las mesas de la terraza ya están llenas. Un grupo de unos 30 turistas franceses se para delante de la churrería para que el guía les explique que están en la plaza de los Naranjos mientras señala todos los árboles que, desde 1941, dan nombre al lugar. Antes de que estos naranjos fueran plantados, había palmeras; y antes de las palmeras, castaños de indias. Posiblemente esta plaza sea uno de los lugares más antiguos de Marbella.
El ayuntamiento de Marbella sigue estando en el mismo sitio, junto a varios restaurantes y tiendas, pero ningún local tiene el carisma de esta churrería. Y aunque en la mayor parte de España esta es la época en la que más churros se comen, aquí la temporada estrella es en verano, cuando por sus mesas pueden pasar hasta 2.000 personas en un solo día y uno de esos sacos de harina con 40 kilos, apenas le duran un día. Eso sí, el microclima de la ciudad permite que en pleno invierno se puedan tomar churros al sol disfrutando del buen tiempo para alegría de los turistas.