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Como en todo templo gastronómico que se precie, la familia guarda un papel cuasi esencial. En 'Villa-Lucía' no iba ser menos. "Comenzamos un 22 de mayo de 1986 con la cafetería Altair, en Vitoria-Gasteiz", nos recuerda Juanma Lavín, a quien conozco desde 1999, un hombre que le pone pasión a todo lo que hace (bueno, él y todo su equipo, como su hermano Rubén).
El propio lugar que nos acoge lo dice todo. Nos encontramos en una antigua finca de recreo del fabulista Samaniego, rodeados de viñedos. En sus 10.000 metros cuadrados de extensión hay un jardín botánico con arbustos y especies traídas de todo el mundo, rincones naturales con esculturas conmemorativas, cascadas de agua relajantes, exposición de las varietales viníferas más sobresalientes, maquinaria artesana fechada en tiempos inmemoriales, carpas y terrazas. Villa-Lucía forma parte de la Red de Museos y Espacios Enogastronómicos de Euskadi, recientemente creada por iniciativa de Basquetour, y es punta de lanza en la recomendable Ruta del Vino de Rioja Alavesa.
Hablando de museos e historia, nos topamos con el propio Félix María de Samaniego (interpretación mimetizada por Juanjo Monago) y escuchamos sus fábulas un tanto picantes mientras tomamos una gozosa maceración carbónica de la zona.
Y, justo delante, contemplamos un gran ambiente, como si fuera una boda, junto a unas amplias carpas climatizadas. ¡Efectivamente, es una boda! Mientras bailan y celebran el día, las familias y amistades llegadas desde diferentes zonas se quedan ensimismadas viendo los viñedos y la Sierra de Cantabria.
A todo esto, va siendo hora de darnos el gustazo con una chuletillas al sarmiento en el propio restaurante-asador 'Villa-Lucía'. Conozco a su chef, Juan Antonio Gómez Antuñano, un crack en los fogones con un 10 en sostenibilidad, ya que para la preparación de los platos se emplean combustibles sostenibles como el carbón de coco, la madera de entresaca del monte (roble y encina), las cepas y los sarmientos.
Aparte del vino y del aceite de Rioja Alavesa, como es obvio, trabaja con productos locales como la carne de vacuno y el corderito lechal criados en la Sierra de Cantabria (Ganadería de Andrea Marañón) y en la Montaña Alavesa. Vamos, para quienes sentimos la filosofía slow food, nada más se puede pedir desde una concepción de productos de kilómetro 0.
Entre los platos que aconsejamos vivamente, además de chuletillas: la ensalada de verdel marinado del Cantábrico con lascas de foie y brotes verdes; el carpaccio de novilla de la Sierra de Cantabria con lascas de Idiazabal, sal de Añana y helado de aceite de oliva virgen extra; las patatas a la Riojana con chorizo; las pochas a la riojana con tocino de cerdo de caserío y chorizo de la casa; el pulpo a la brasa con parmentier de trufa de la Montaña Alavesa; el lomo de merluza de pintxo del Cantábrico asada o los callos de vaca de la Montaña Alavesa al estilo de la abuela Luchi.
¡Perdonen! Aún no hemos mencionado a la artífice de esta cocina. Sí, está bien lo que hace Antuñano –joven, innovador, atrevido–, pero aquí la que corta el bacalao es Luchi. "Ella empezó todo. Tiene un gusto exquisito y se da una vuelta por la cocina siempre que puede", apunta Juanma respecto a su madre.
Restaurante, carpas para celebraciones y, ya puestos, nos vamos a disfrutar de una cata muy especial en el Centro Temático, toda una recreación de la arquitectura popular de las típicas bodegas y edificaciones de Rioja Alavesa. Piedra, adobe y madera son la base de la construcción que ha respetado al detalle las formas características y originales de tantas casas estrechamente ligadas al mundo del vino.
La armonía que tenemos por delante es histórica: asistimos al descorche de dos botellas de Bodegas Solar de Samaniego, con más de 45 años de antigüedad, que se realiza por el sistema de degollado con fuego y agua.
Y si queremos completar la jornada, nos vamos al cine. Tenemos una proyección en 3D del cortometraje En tierra de sueños en una novedosa sala de 4D, que ha recibido más de 17 premios internacionales en festivales de turismo, enogastronomía y cine. La chavalería lo va a disfrutar pero en igual medida los adultos. Además de la espectacular imagen 3D, podremos sentir las sensaciones de… ¡Nada, mejor no decimos nada!
Tenemos la experiencia en viñedo o la del patxaran, la cata de uvas, talleres de cocina, de coctelería, de pintxos, yincanas enogastronómicas, vino, música, gastronomía, cenas cantadas, actuaciones de diversos personajes –no faltaría nuestro amigo el Fabulista Samaniego– cenas medievales, programas de salud y vino.
Menos mal que para el descanso físico nos queda el Wine Oil Spa del hotel y un área infantil-juvenil en 'Villa-Lucía' para que la tropa más pequeña se lo pase en grande. Lo dicho, nos encontramos en Tierra de Sueños. Que nadie nos despierte, por favor.