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Cervezas y kombuchas artesanas BCD (Vallfogona de Balaguer, Lleida)

La cerveza artesana que nació en un corral de pueblo

01/07/2024 –

Actualizado: 21/10/2022

Fotografía: Alfredo Cáliz

Jordi Berengué trabaja como ingeniero y Natàlia Clotet es economista. Pero es llegar el fin de semana y este matrimonio de Vallfogona de Balaguer, a 25 kilómetros de Lleida, mudan de piel para convertirse en unos auténticos artesanos de la cerveza. Lo hacen en la casa familiar, donde los antiguos corrales han dejado paso a una sala con cuatro tanques de acero inoxidable y una barra donde catar sus productos estrella: las cervezas y kombuchas 'BCD'.
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Es viernes tarde y Natàlia Clotet termina de colocar sobre la pared de ladrillo visto la gran pizarra donde vienen escritos con tiza los nombres de sus cervezas artesanas 'BCD', y los platos en catalán que proponen para degustarlas: la Pilsner, la Porter, o la Wallfogonian Pale Ale, entre las primeras; unas gildas, una tabla de quesos con jamón ibérico o una ensaladilla rusa, entre los segundos.

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Varias herramientas antiguas de labranza y fotografías del artista Antoni Ollé Pinell -tío abuelo de Natàlia- cubren las paredes enfoscadas de este antiguo corral, cuyos pilares reforzados se han integrado con gusto dentro de este espacio de cata, estrenado en verano. Sus grifos ya están preparados para recibir el fin de semana a la gente del pueblo, amigos y familia sobre todo. Momento en el que Natàlia y su marido Jordi Berengué comparten entre brindis su gran pasión: la cerveza.

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Todo comenzó hace casi una década, cuando en 2013 la pareja se fue a vivir a Deal, una localidad costera de Inglaterra. Allí conocieron a George, un homebrewer que les sumergió de lleno en el mundo de las cervezas artesanales, un nuevo hobby del que se enamoraron locamente. Tras aprender los secretos de cómo elaborarla, regresaron a España con la idea clara de montar su propia microcervecería en Vallfogona de Balaguer.

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"Nada más volver empezamos a hacer pinitos con la caldera de matanza y un año después -en 2018- dimos el salto y montamos el obrador actual", cuenta Jordi, que combina esta afición con su trabajo como ingeniero en el desarrollo de energías renovables. Natàlia, por su parte, es economista y lleva las cuentas del negocio familiar.

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Elaborar una buena cerveza artesana no es nada sencillo. "En algunos países el título de maestro cervecero tan solo se concede después de más de 10 años de experiencia. Una vez intentas hacerlo eres consciente de la dificultad que existe y entiendes que es necesario mucho tiempo para perfeccionar la elaboración", explica Jordi apoyado en una de las banquetas altas del bar.

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Atravesando un salón de la casa, llegamos al lugar donde se lleva a cabo el proceso para obtener el deseado brebaje. Otra pizarra pintada en tiza ilustra muy bien los diferentes pasos: desde el molino que muele los granos de malta, al tanque donde se macera con agua caliente; el tanque de filtrado de donde se obtiene el mosto principal de la cerveza o el destinado a la cocción, momento en el que se añade el lúpulo para aportar sabor, aroma y amargura. Después el mosto se enfría y se pasa a un tanque de fermentación y maduración donde se añaden las levaduras y los azúcares se convierten en alcohol.

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Jordi muestra los tanques de acero inoxidable con los que trabaja: dos de 1.000 litros, y otros dos de 500, uno para la cocción de la cerveza y otro para la elaboración de la kombucha, otra de las bebidas que han aprendido a elaborar. "Siempre trabajamos con ingredientes naturales de alta calidad, no usamos ni colorantes ni preservantes”, comienza a explicar Jordi. “La cerveza se envasa sin pasteurizar y el gas carbónico se genera de forma natural”, añade.

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La importancia del lúpulo

De dos sacos extrae un puñado de malta y otro de lúpulo y los sostiene entre sus manos. "Existen más de 100 variedades de lúpulo, unas más ricas en elementos ácidos y amargos y otras más ricas en presencia de elementos aromáticos. Cada estilo de cerveza incorpora su propia variedad, en función del grado de amargor y lo aromático que caracteriza a dicho estilo", detalla este maestro cervecero.

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Siguiendo las recetas de las cervezas europeas y americanas más famosas, el matrimonio engloba los lúpulos en tres grandes grupos: los americanos (simcoe, citra, cascade, centennial y amarillo), los ingleses (Kent golding, East kent golding) y los centroeuropeos (saaz, hallertauer y magnum). El resultado es una carta de cinco cervezas artesanas llenas de personalidad y muy distintas entre sí. Hay para todos los gustos.

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De ahí que en su carta encontremos la Xebec, una american Pale Ale refrescante y lupulada con toques afrutados y florales; la Llagut, una Pilsner alemana de color dorada muy equilibrada; o la Dau una inglesa Pale Ale de cuerpo medio y fuerza aromática. También elaboran la Paupi, una cerveza de estilo Blonde Ale muy suave y fácil de beber; o la Drakar, una Ale negra estilo Porter, espesa y cremosa con notas a café y chocolate. "A esta última le hemos bajado un poco el nivel de lúpulo para que sea más bebible", apunta Jordi, que reconoce sentir debilidad por ésta última. Natàlia, por su parte, prefiere la Llagut.

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Kombuchas de jengibre, limón, remolacha y espirulina

Para acompañar las birras, Natalia pone sobre la mesa un poco de longaniza seca, unas cocas de recapte -de anchoa, berenjena y pimiento asado- que le prepara el panadero del pueblo y el postre estrella de la casa, el birramisú, un tiramisú hecho con cerveza por una amiga de la familia. Es aquí donde Jordi nos habla de su aventura con la kombucha.

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"El mundo de la kombucha es para comer a parte", dice entre risas. "Todo el mundo sabe que es un bebida probiótica con muchos beneficios para la salud, la dificultad aquí está en encontrar un buen equilibrio entre el contenido de azúcar y el contenido probiótico", declara. “Para conseguir la base, fermentamos el azúcar con el Scoby -el hongo de té- unas 3 o 4 semanas y luego le damos un poco de sabor”.

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La preparan de cuatro sabores: de jengibre con limón -"la más facilona"-, de remolacha con jengibre; de cúrcuma, pimienta y zanahoria -"con un gusto peculiar"-; y la de espirulina azul con un toque de jengibre. "Utilizamos ingredientes ecológicos de proveedores locales, no la pasteurizamos para preservar todas sus propiedades y su burbuja es 100% natural fruto de su fermentación. Para nosotros es importante que tenga un contenido máximo de probióticos y pocos azúcares".

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¿El secreto de una buena Kombucha? "El mismo que el de una cerveza artesana: ingredientes de calidad, un cuidado proceso de elaboración, una buena receta y mucho cariño", concluye este matrimonio al unísono mientras brindan con sus rubias y una gran mirada de complicidad.

CERVEZAS BCD. C/ Major, 61, Vallfogona de Balaguer. Lérida. Tel. 629 24 92 08

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