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"A mis 40 años puedo decir que he conseguido trabajar a diferentes niveles (no solo para la alta cocina), tengo equipos consolidados y podré dedicarme enteramente al restaurante de Marbella. Los próximos años, intuyo, serán de los que más disfrute".
Así de convencido parece el cocinero Dani García sobre su presente y futuro, que sigue dibujándose en el horizonte andaluz, en concreto en Marbella, donde nació y empezó su idilio con la cocina. "Todavía recuerdo, de pequeño, que iba al mercado a comprar pescado los sábados con mis padres", nos cuenta mientras rememora que el mecanismo era muy simple: "comprar lo que había y prepararlo".
Aquellos primeros boquerones y conchas pasean en su memoria, de la mano y sin solaparse, con la sutileza de la tortillita de camarones cristal, la sorpresa de unos irreverentes tomates nitro (su homenaje a un producto muy andaluz) y la frescura del gazpacho de cerezas con nieve de queso fresco.
Hoy, con 'Dani García Restaurante' y 'BiBo' (Marbella y Madrid) se siente "muy contento". En el primero quiere centrarse para nutrirlo de esencia y técnica, en un ejercicio de enraizamiento de su estilo personal, y en los segundos disfruta elaborando "platos divertidos para que la gente pueda comer por 35-40 euros".
"Es cierto que los paseos al mercado despertaron mi amor por la cocina", dice, pero "buscar el mejor producto se convirtió en mi manera de vivir". Nosotros nos atrevemos, con permiso de Dani, a acotar "y de comer".
"Es tan pequeñito que no te imaginarías en la vida que esconde quisquillas increíbles, buenas gambas blancas, ricas berenjenas fritas, ensaladilla y pulpo seco", comenta. Reconoce que lo frecuenta desde hace unos 15 años y que aterrizó allí porque le acompañaron, aunque "es el sitio al que peregrina mucha gente de buen comer".
Si crees que atún es solo lomo y ventresca, José Melero se convertirá en tu mejor pesadilla. Con él "fliparás y descubrirás un mundo totalmente nuevo y diferente", como le pasó al cocinero norteamericano Daniel Humm, del Eleven Madison Park de Nueva York, quien, confiesa Dani, "también flipó" y tuvo que admitir que "no conocía al bicho tanto como creía".
"Me gusta la manera en que tratan el producto local. Sus conchas finas y sus coquinas. Sinceramente, no sé de dónde sacan esas tan llenas y gordas".
Como buen andaluz, se declara vehemente rastreador de salmorejos, berenjenas fritas y flamenquines. "Aquí el salmorejo tiene una cremosidad elevada a la máxima potencia, las berenjenas son crujientes y cremosas y el flamenquín es goloso y rico". Son las 11 de la mañana, momento para decretar: "¡Me comería uno ahora mismo!".