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Cartagena atesora milenios de fusión entre culturas y sabores, y es en julio cuando podemos saborearla en toda su plenitud, en una ciudad rebosante de sonidos de todo el mundo. La Mar de Músicas, con 25 años a sus espaldas, transforma el verano en partitura para los cinco sentidos, donde la diversidad se escucha y también se paladea. Desde la cumbia o el rap al dance o la bossa nova; del funk hasta la música electrónica o los ritmos de rock, este festival navega por mares de tendencias musicales y artísticas que nos embarcan en este singular Puerto de Culturas.
Los tres mil años de la ciudad se reinventan para enamorarnos de su vitalidad actual y su épico pasado y degustarlo todo en forma de tapa, a pequeños bocados. Qué mejor manera de disfrutar de La Barra Libre de la Mar que la fusión inspiradora de buena música y buen tapeo para una larga e irrepetible noche de verano. Os animamos a cerrar los ojos, sentir la brisa marina y acompañarnos en esta ruta gastronómica que os hemos preparado.
Belén Romero, uno de los rostros reconocibles en la taberna 'NiMú', confiesa que son unas enamoradas de buscar productos con calidad de cualquier rincón de España y sacarles todo el partido en tapas con creatividad. En este establecimiento encontramos una coherente carta de vinos por copas que se renueva periódicamente, donde podemos brindar con cualquier denominación de origen española, mientras degustamos quesos especialmente seleccionados, tanto del panorama nacional como foráneos.
Su público, venido de toda la región, acude con la curiosidad de ver con qué le van a sorprender esta vez: que si un revuelto de erizos y salicornia, unas ostras maceradas o un tartar de esturión confitado con mayonesa de piparra. O mejor, ceviche tropical de zamburiña, brioche con cocochas y mayonesa de albahaca o, por qué no, unas gyozas con hoisin de frutos rojos.
En apenas cuatro años se han convertido en una taberna-vinoteca de referencia para paladares exigentes, programando regularmente jornadas gastronómicas, cenas clandestinas y catas de vinos y quesos para no dejar de sorprender a su asiduo público.
Este bar, medio escondido junto al Teatro Romano y a escasos pasos del Ayuntamiento de Cartagena, se ha empeñado en convertirse en un verdadero templo de tapeo alrededor de unas croquetas que atraen a propios y visitantes. Por la noche se pone de bote en bote, atestada de una feligresía que disfruta de croquetas caseras del día junto a un buen vino. Como cuenta Loli Alcaraz, verdadera alma de la cocina de 'La Fortaleza': "Fueron nuestros clientes los que han dado la personalidad a esta casa; son las croquetas las que les hacen volver".
Podemos comenzar por las más demandadas, de espinacas con beicon, jamón y morcilla; seguir con las de boletus o cocido y atrevernos con la 'albinegra', premiada como tapa popular. Ésta hace honor a los colores del equipo de fútbol local y se elabora a base de calamar en su tinta con alioli y huevo.
Además de las croquetas, otras tapas dignas de mención son el revuelto cartagenero –un pisto con tomate y pimiento verde al que le añaden huevo para que coja la consistencia de un revuelto–, la ensaladilla rusa, la magra con tomate o los chorizos picantes.
Nos alejamos un poco del centro para llegar al Gastrobar 'Abayarde', ubicado en uno de los barrios de la periferia; su tranquila terraza y un servicio amable y atento al máximo invita a degustar sus tapas gourmet saboreando lo bueno de la jornada transcurrida y sus mejores momentos.
Es uno de los lugares donde te aseguras probar una Marinera 2.0, por ser una auténtica versión renovada, la más original de la zona, cambiando la rosquilla típica de la marinera por una tosta con pan pintado crujiente y unos añadidos como gel de membrillo, anchoa, perlas de soja y rábano encurtido.
Su carta se compone de generosas raciones con elaboraciones originales que hacen guiños a la gastronomía de la zona, como es el caso del calamar, el atún rojo y la ensalada de pato con vinagre dulce y frambuesas con helado de vinagre balsámico. Los postres merecen dejar un hueco, si no os atrevéis con el surtido de postres caseros, su panna cotta a la pimienta rosa con frutos rojos y chupachups de queso de rulo, es un buen ejemplo, o la tarta de queso al horno con texturas de mango, siempre conseguirá saciar al más goloso. Más que nunca, en 'Abayarde' sientes la tradición cartagenera entrando en tu paladar, sin perder de vista la vanguardia en la cocina. Un complemento perfecto.
En la calle Honda podemos encontrar una taberna típica llamada 'Nuestra tradición -Venta el Abasto', llegada al Foro Romano desde su ubicación de toda la vida en la pedanía de La Aparecida, como centenaria casa de postas y viajeros en la larga ruta que desde la Villa y Corte terminaba en su fortificado puerto del sureste. Fiel a sus orígenes, su carta tiene de todo lo imaginable: ensaladas, tablas de patés, tapas para picar de todo tipo, cazuelas, molletes y postres de la casa.
De especial mención son sus carnes, jamones y embutidos de elaboración propia, haciendo honor como antigua venta. Y qué mejor manera de degustarlo que con la variada tabla Nuestra tradición: jamón, quesos variados, butifarra, chorizo, blanco y longaniza seca, acompañada de pan artesano con el que cuentan de la panadería la Palma de Martos.
Es que un siglo de trabajo, de dar de comer a miles y miles de personas, ha creado una simbiosis perfecta entre el producto inicial y el plato final, disfrutando de todo lo que ofrece el Campo de Cartagena y el mar Mediterráneo que baña estas aguas.
El escritor Hans Christian Andersen paseó por las calles de Cartagena, y un barco que salió antes de hora le hizo tener que pasar una noche en la ciudad. 'El Soldadito de Plomo' hace honor a ese lapso de tiempo en el que el poeta y escritor danés estuvo en la ciudad, alojado en una fonda en la calle del Cañón. La cafetería cultural se encuentra en el Edificio Spottorno, uno de los más antiguos de la zona, por donde quién sabe si sobrevoló por la cabeza de Andersen algunas de las primeras líneas de sus famosos cuentos.
Es una de las cafeterías que han llegado para renovar la decadente atmósfera de los salones decimonónicos de los clubes privados de la ciudad. Una variada oferta de cafés, cocktails y dulces caseros lo ha consolidado como uno de los espacios de encuentro con mejor ambiente de toda la ciudad. Aquí es posible degustar un riquísimo asiático, emblema cafetero de la ciudad, junto a un generoso trozo de bizcocho de zanahoria. Pero en su carta encontramos todo tipo de cafés, té, vinos o cervezas artesanas, además de dulces o crespisantos para los más salados.
Un servicio profesional y desenfadado hace saber sobre las 20:00 horas que comienza La hora del suspiro: podremos degustar un chato de vino de Bodegas Serrano, de la cercana pedanía de Pozo Estrecho, junto a un Suspiro, dulce en el que se inspiró el popular músico Álvarez Alonso para componer el pasodoble Suspiros de España. Un merengue horneado de hojaldre relleno de láminas de almendra es lo que encontraremos en su interior, ¿a que suena delicioso?
El disgusto es que tenemos que volver pasados los calores del verano para poder probarlo. Pero lo que sí podemos degustar, sobre todo, durante estas semanas de festival, es el cóctel Lusitano, dedicado a nuestros vecinos portugueses con motivo de La Mar de Músicas. Un lugar perfecto para terminar esta ruta y abrir bien los oídos, porque la música está a punto de empezar.