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Libros para comérselos.

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Libros para comérselos

Actualizado: 26/07/2015

La cocina también se puede leer. Observando el cómo y el qué comemos se deducen el origen de quien se alimenta, sus costumbres, sus gustos… Por eso también los escritores han visto necesario incluir en sus obras recetas y momentos a la mesa donde discutir, amar e incluso cometer asesinatos. Más allá de los recetarios, existe una gran variedad de novelas en donde la cocina es parte importante, como sucedía con las copiosas comidas que Biscuter preparaba a Pepe Carvalho.
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Hemos comenzado con uno de los más clásicos, el detective que Manuel Vázquez Montalbán hacía recorrer Barcelona entre los pucheros de Casa Leopoldo o Ca L’Isidre y cenar los platos que preparaba Biscuter, su ayudante. El italiano Andrea Camilleri hizo lo propio con sus más de 15 obras que tienen al comisario Salvo Montalbano –el nombre no es casual– como protagonista, un hombre de costumbres, que a diario almuerza en Da Enzo, una trattoriasiciliana frente al mar. El más reciente ha sido el griego Petros Márkaris, quien critica duramente el sistema económico y político de su país a través de las palabras del detective Kostas Jaritos. El protagonista también destaca de cuando en cuando las recetas que elabora Adrianí, su mujer.

Historias de Carvalho, de Manuel Vázquez Montalbán.
Historias de Carvalho, de Manuel Vázquez Montalbán.

Novela negra y gastronomía parecen estar íntimamente relacionados, también si entramos en el mundo de los viñedos. La misteriosa botella de Petrus, de Noel Balen y Jean-Pierre Alaux, cuenta la historia de Benjamin Cooker, un detective y gourmet que investiga varios asesinatos en la zona de Burdeos en donde los cadáveres aparecen rodeados de copas de vino Petrus de principios de los años 40.

Los banquetes también son una buena excusa para una novela. Lo sabía Isak Dinensen con El Festín de Babette, donde una noble francesa viaja hasta Dinamarca para convertirse en doncella y decide, tras recibir una buena suma de dinero gracias a la lotería, devolver la hospitalidad recibida. Faisanes, tortugas, caviar… y demás exquisiteces cocinadas para un grupo de protestantes que ven en la austeridad el sentido de su vida. Orazio Bagnasco describió en El Banquete la comitiva nupcial que ofrecieron Galeazzo Sforza e Isabel de Nápoles en el siglo XV. Es una buena manera de acercarse a las viandas y vinos que se tomaban en la época renacentista. Jacques Kermoal y Martine Bartolome también se centran en las grandes comilonas con La Mafia se sienta a la mesa. Esta organización clandestina veía muy importante la cocina, tanto que en italiano se utiliza la expresión cucinare il delitto (cocinar el delito). Este libro describe cada uno de estos festejos.

Gracias a una serie de cinco libros ha tomado el español la expresión “comida pantagruélica”. Proviene de las aventuras que François Rabelais escribió sobre Gargantúa y Pantagruel, padre e hijo, dos gigantes que, en el siglo XVI disfrutan de copiosas comidas. Según el Diccionario de la Real Academia Española, la acepción pantagruélica es “dicho de una comida: cantidad excesiva”. Hizo lo mismo VicenteBlasco Ibáñez con las comidas de Cañas y barro, novela costumbrista que relata la vida familiar en la Albufera valenciana, o con Flor de Mayo, donde los protagonistas son los pescadores de El Cabañal.

Cañas y barro, de Blasco Ibáñez.
Cañas y barro, de Blasco Ibáñez.

Si buscamos lecturas breves, Isabel Allende presenta en Afrodita pequeños cuentos con la relación que existe entre erotismo y gastronomía y la influencia (positiva) que una buena comida tiene en las relaciones de pareja. Entre escena y escena se intercalan las recetas de la madre de la autora, Panchita Llona. Sin lavarse las manos. Cuentos para antes de comer recopila relatos que luchan por la soberanía alimentaria y contra la crisis agrícola con texto de Gustavo Duch e ilustraciones de Júlia Sardà; y Sabor a chocolate, de José Carlos Carmona, cuenta en pocas páginas –ideal lectura para una escapada de fin de semana– la historia de Adrian Troadec, un joven suizo que se adentra en la industria chocolatera para así ver a su amada, que a diario consume bombones al salir de sus clases de música.

Tras leer algunas novelas tiene uno la necesidad de visitar los lugares en donde se escribieron, o donde comieron sus personajes. Es el caso del Café Pierre Loti de Estambul, en lo alto del cementerio, que ha tomado su nombre del autor de Aziyadé por ser asiduo cliente y además usar sus mesas como espacio de trabajo. Lo mismo ocurre con el Auerbachs Keller de Leipzig, donde Goethe emplazó a Fausto, o el Café de Qúshtumar de El Cairo, protagonista de la novela homónima de Naguib Mahfuz.

El Gourmet extraterrestre, de Andoni Luis Aduriz.
El Gourmet extraterrestre, de Andoni Luis Aduriz.

Solo quedaría presentar la obra de un cocinero como Andoni Luis Adúriz, que ideó El Gourmet Extraterrestre en colaboración con Raúl Nagore y el ilustrador Guillermo Ganuza. En él cuenta la historia de un ser cósmico que, cansado de alimentarse a base de semáforos, decide bajar y probar la cocina terrícola. Francis Paniego publicó El Portal de Echaurren para que el lector se acercara a su mundo a través de sus recetas, pero también gracias a conocer todo aquello que ha influido en su restaurante: las croquetas de su madre, el valle del Oja, los productos de la zona (espárragos, boletus, viñas, aceitunas negras…) y la casquería.

Con el mundo de las entrañas trabaja desde hace años Abraham García. Su conocimiento de los despojos llega hasta tal punto que editó De tripas corazón. Cocina, literatura e ironía se unen en este libro que incluye anécdotas, historias de la infancia del cocinero y su experiencia en diferentes mercados internacionales. No faltan alrededor de un centenar de recetas.

Quizás no es conocido por todos la faceta literaria y periodística que cultivaba Santi Santamaría. Una manera de descubrirla es con el libro en el que estaba trabajando antes de su fallecimiento, en 2011, Una reivindicación del buen comer. Textos inéditos, los artículos que publicó en Magazine (La Vanguardia) y recetas tanto clásicas como desconocidas en una publicación que se suma a La cocina al desnudo, donde el chef criticó duramente el uso de ingredientes químicos en la cocina.