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Dos cocineros, dos trayectorias y dos mares que han influenciado su cocina se resumen, como no podía ser de otra forma, en Dos estaciones, el local en el centro de Valencia por el que han apostado Iago Castrillón y Alberto Alonso. Apenas siete mesas que se convierten en sala de butacas para ver tras los fogones a las cuatro manos que ya trabajaron juntos capitaneados por Ricard Camarena. Técnica y productos gallegos y valencianos en un restaurante por el que hay que dejarse ver este otoño.
Córdoba respira influencias árabes no solo en su Mezquita sino en el recetario tradicional. Lo sabe bien Paco Morales, que en noviembre inaugura Noor. Todas las civilizaciones que pasaron por Andalucía estarán presentes en sus platos. El legado culinario andalusí sirve de punto de partida para innovar, modernizar y fusionar sabores, Noor es tradición y también renovación.
En El Invernadero, de Rodrigo de la Calle, el menú tiene un componente de improvisación. Sometido a los caprichos de la naturaleza, el cocinero cumple a diario con el reto de ofrecer una carta acorde con la temporalidad y un producto fresco cultivado en su propio huerto. Una oda a los vegetales y las numerosas formas de trabajarlos para sorprender al comensal. Una experiencia a disfrutar en una de las cuatro mesas con las que cuenta este peculiar restaurante. Y otoño es perfecto para conocerlo, ya que a las verduras se suman los hongos de temporada.
Barra Atlántica es el proyecto más joven de sus también jóvenes creadores, Iago Pazos y Marcos Cerqueiro (Abastos 2.0). Los gallegos inauguraron así en Santiago de Compostela este local que no es para ir con amigos, sino con colegas. La versión más desenfadada de todas de sus cuatro locales es al mismo tiempo un lugar de encuentro donde compartir platos con ADN gallego y tomar una copa (o remedio) al anochecer.
Podemos echar de menos el mar en Sevilla, pero no sus productos gracias a Luz de Mar, abierto desde junio en la capital hispalense. Tras cinco años a cargo de Tradevo, Gonzalo Jurado regala a la ciudad un pedacito de costa en sus platos, donde predominan pescados y la clásica fritura andaluza, con harinas ecológicas. Mismo concepto de taberna que en su primer local pero con la experiencia adquirida en Tradevo.
La ría de Bilbao es importante para los bilbaínos. Muestra de ello es la gran recuperación de sus dos riberas donde no dejan de proliferar los bares y restaurantes de calidad. Precisamente Txinpum se asoma a la ría, con vistas al Mercado de la Ribera, ya de por sí todo un acierto. Una taberna en la que sus dueños, Álvaro Garrido y Lara Martín, han querido recrear los mismos estándares que en su restaurante gastronómico Mina, con un toque más informal y desenfadado.